martes, noviembre 23, 2010

El Ogro Y El Pájaro Azul

Un ogro que iba por el bosque caminando se encontró con una niña que estaba cortando flores, la tomó en sus inmensas manos y se la llevó a su castillo.  La encerró en una jaula de oro cerca de la ventana y le dijo: Canta una canción para que así me alegres el día, la niña se puso a llorar. El ogro se enojó gritándole  quiero que cantes, no que llores y se fue.





A la mañana siguiente  vino el ogro a escuchar la canción, pero la niña no sabía cantar, el ogro se enojó nuevamente y le dijo: Si mañana no cantas te dejaré sin comer.  Ella se puso muy triste, no sabía cantar, había oído a su mamá entonar una canción, pero no podía recordar como era.

Un pajarito que estaba en la ventana vio todo.  Se acercó a la niña y le dijo no te apenes, mañana yo cantaré por ti, tú solo tienes que mover los labios y el ogro no se dará cuenta.  Ella lo miró y lo encontró tan lindo, de un azul precioso tan oscuro que llegaba a brillar, le dio las gracias por querer ayudarla y le prometió hacerlo así.

Al otro día vino el ogro y le dijo: Quiero que cantes.  La niña empezó a mover sus labios y un hermoso trino se oyó en todo el salón, el ogro se sintió feliz.  Todos los días se repetía lo mismo, pero cada día la niña estaba más delgada.  Echaba mucho de menos a sus papás y aunque el pájaro azul la acompañaba la tristeza la consumía.  El pájaro sintió pena por ella y la aconsejó: Mañana cuando venga el ogro pídele que te saque de la jaula y así tú le cantarás una canción más linda, pero cuando estés afuera, corre y te escondes hasta que puedas huir del castillo para volver a la casa de tus padres.

El ogro llegó muy contento esa mañana a oír su canción.  La niña le pidió que la sacara de la jaula de oro para cantar mejor.  El ogro abrió con su llave la jaula y la sacó dejándola encima de una mesa; ella corrió, se deslizó por una pata de la mesa y se escondió.  El ogro se puso furioso, empezó a gritar y a moverlo todo entonces sintió un hermoso trino y de un manotazo atrapó al pájaro azul y lo encerró en la jaula de oro.

Lo miró y no sabía que había pasado, porque la niña se había convertido en pájaro.  La niña huyó del castillo, al llegar al bosque se encontró con su papá que todos los días salía a buscarla, porque la echaban mucho de menos y la mamá no podía consolarse. Se abrazaron felices y se fueron a su casa.

La mamá se puso muy contenta de volver a ver a su hija sana y salva.  Ella les contó todo lo que había pasado con el ogro y del maravilloso pájaro azul que había perdido su libertad por ella. 

Elfridia.
4-Junio-1990

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