martes, septiembre 14, 2010

El Niño Y El Conejo



En una casa antigua de dos pisos vivía feliz un niño, con sus papás, llegaba del colegio, subía corriendo la escala y arriba lo esperaba su conejo regalón que era una bolita blanca y suave con las orejas largas y ojos rojos, él dejaba sus libros y cuadernos y bajaba a jugar con el conejo.




Tomaban onces juntos y lo acompañaba muy quieto a hacer las tareas, le cortaba las uñas a mordiscos, pero como no quedaban parejas la mamá se las limaba, no necesitaba hablarle, donde él iba el conejo lo seguía y en la noche dormía junto a su  cama, los dos eran muy felices, se querían mucho.

Un día al volver del colegio subió corriendo la escala y el conejo no estaba lo buscó por todas partes y no lo encontró.  Su mamá lo llevó al dormitorio y le dijo que el conejo se había ido, que no volvería y que tenía que conformarse. El niño se puso a llorar, no podía entender porqué se había ido si él lo quería tanto, sentía una pena inmensa en su corazón y su mente se rebelaba porqué, si los dos eran tan amigos se había ido, porqué no volvía a jugar con él. Porqué no volvía a estar con él. Esa mañana el conejito había muerto de una pulmonía fulminante.

La mamá trató de consolarlo y poco a poco fue pasando la pena, pero el niño no olvidaba a su conejo. Llegaba del colegio, subía lentamente la escala esperando y deseando encontrar arriba a su conejo, pero llegaba al  último peldaño y el conejo no estaba. Se iba a su dormitorio y se encerraba con sus libros y cuadernos, ya no bajaba a jugar, Se concentró tanto en sus estudios que pronto se vieron los resultados mejorando todas sus notas y fue el primero del curso. Sus papás  estaban muy contentos, él se sentía feliz, pero no podía olvidarse de su conejo; Los recuerdos venían a su mente, lo veía arriba de la escala esperándolo, jugando en el patio de piedras y corriendo detrás de la pelota, tomando onces juntos, sorbiendo la leche de su taza, y quieto mientras él hacía sus tareas, los mordiscos que daba a sus uñas hasta recortarlas en la noche , junto a su cama.

Que hermosos recuerdos, jamás podrían irse de su mente. En ese momento se dio cuenta que su conejo estaría con él para siempre. 

Con todo cariño para Manuel  Arturo.

Elfridia.
10-Abril-1990

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