martes, agosto 10, 2010

El Conejito Rosado

En una vitrina de una tienda muy linda había un conejito rosado, su cara y patitas eran rosadas, vestía un buzo negro con lunarcitos blancos y encaje en su cuello amarrado con lindos moños de cintas muy finas de raso rosado.






La tienda donde estaba era preciosa, sólo habian cosas de alta artesanía cajitas de diferentes tamaños y formas. Unas pequeñas como corazones, otras como cofres de madera con flores pintadas a mano o de bronce con incrustaciones de plata y nacar o de cobre con adornos de piedras semi-preciosas. Todas las cosas eran lindas. Platos de cerámica con grandes flores, canastitos tejidos en mimbre con tiras bordadas y cintas de colores que cantidad de cosas maravillosas hechas por las manos de verdaderos artistas.

El conejito rosado estaba sentado en lo alto de la vitrina dominando todo a su alrededor, pero sus ojos no se apartaban de una muñequita de traje de seda verde con encajes en su cuello y puños hermosas cintitas de terciopelo fucsia adornaban su vestido, su cabello rubio en pequeños rizos estaban cubierto por una capota su carita manos y zapatos eran de porcelana.

El conejito se sentía tan atraído por ella que no veía a las otras muñequitas que estaban como saliendo de un canasto y parecían pequeñas damas antiguas. Cada vez que alguien se paraba en la vitrina y miraba a las muñequitas el conejito sufría pensando que se llevaría a la muñequita de vestido verde y él  no  podría soportarlo.

Entraban y salían hermosas señoras con niños señores solos, todos se llevaban algún regalo y cada vez que elegían uno el conejito sufría, pero cuando se cerraba la tienda, su corazón se tranquilizaba y toda la noche miraba a la linda muñequita que permanecía sentada en la vitrina.

Un día entró una dama y se fue derecho a la vitrina; Al conejito se le encogió el corazón, la dueña de la tienda se acercó y tomó al conejito rosado, se lo pasó a la dama y ésta feliz lo acarició, miró a las muñequitas y empezó a elegir una, al conejito el corazón le latía aceleradamente como si se fuera a salir de su pecho, la dueña tomó a una muñequita de vestido azul verdoso, la dama movió la cabeza, la dejó encima y tomó a otra de vestido amarillo, pero tampoco le gustó, la dama caminó unos pasos y tomó a la muñequita del vestido verde el conejito rosado estaba feliz.

La dueña de la tienda los envolvió aparte en lindos papeles de regalos. Al llegar a su casa, la dama abre el paquete de regalo y saca al conejito rosado, lo lleva a su dormitorio y lo pone en la cabecera de su cama era un dormitorio muy hermoso con grandes ventanales que daban a un jardín precioso, dos butaquitas  y una mesita redonda al lado de la ventana y frente a la ventana una cómoda muy grande que ocupaba gran parte del muro; Encima al lado de la lámpara estaba la muñequita del vestido verde. El conejito rosado sintió una gran alegría.

La dama había comprado la muñequita para regalarla, pero se arrepintió porque la encontró tan linda, y la puso en la cómoda de su dormitorio, sin saber que para el conejito rosado era su mayor felicidad estar junto a la linda muñequita y que ya nadie los separaría.

Elfridia.
24-Abril-1990

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