La niña le dijo que no podía ir, porque sus padres se asustarían si ella no regresaba a la casa. El mago insistió: Sólo irían por un momento y luego volvería donde sus padres. La niña se fue con el mago, confiando en que pronto estaría de vuelta. Sin darse cuenta se encontró en un hermoso palacio.
Todo era maravilloso, los pisos eran de cristal, los muros y muebles de oro y los adornos de plata, nácar y piedras preciosas. No podía creer en todo lo que veía; El mago la dejó recorrer todo el palacio. Le dijo que eligiera una habitación para ella, la niña miraba y miraba, se sentía deslumbrada por todo lo que había a su alrededor, la transparencia del cristal, los visos azules y celestes liadísimos, ella sintió temor de pisar un piso tan hermoso. Pero el mago que adivinó sus pensamientos, le dijo: no temas pisarlo, no pasara nada, todo está hecho para que lo disfrutes. La niña estaba tan entusiasmada con todo, era tan lindo. Podía estar horas y horas mirando, ella nunca había visto adornos de plata , oro y nácar, fuentes con cisnes cuyos ojos eran zafiros azules y otras miles de figuras con piedras preciosas, elefantitos de oro y plata con todos sus adornos en perlas, rubíes y esmeraldas……. ¡Que cosas tan lindas! ….. ¡Preciosas!-
Al llegar a los dormitorios eligió uno en tonos de rosa. Era lindísimo, con tules velos organdí muebles tapizados en finísimos damasco. Se dirigió a las puertas del guardarropa, que eran grandes espejos que reflejaban todo el colorido rosa del dormitorio, lo abrió, en ese momento el mago dijo unas palabras mágicas y la niña tuvo ante sus ojos una cantidad inmensa de preciosos vestidos, cada uno más lindo que el otro. Los fue sacando uno por uno; los extendió en la cama, en el piso de cristal en los sillones, y no dejaba de mirarlos. El mago le dijo que se probara uno, la niña así lo hizo y quedó encantada. El vestido era lindísimo y la imagen que reflejaron los espejos era deslumbrante, ya que el vestido sólo hacía resaltar aún más su belleza. El mago se sintió feliz de haberla traído: Tenía otro adorno hermosísimo para su palacio.
La niña estaba tan contenta que se había olvidado de sus padres, pero cuando el tiempo fue pasando se dio cuenta que en medio de toda esa maravilla estaba terriblemente sola.
El mago salía todos los días, no regresaba hasta la noche y le gustaba verla siempre con distintos vestidos, impecable, perfecta, para él admirar su belleza. En el palacio no había un sólo ruido, todo era silencio, el único sonido eran sus pasos. Ella pensaba en sus padres, en su casa, deseaba verlos; El mago había sido bueno, le daba todo lo que quería, pero ella necesitaba cariño, amor, ternura, compañía. Después de pasado un tiempo, una noche le pidió al mago que la llevara a casa de sus padres. El mago se enojó mucho..
Le dijo que ahora sólo contaba el presente y que, si la veía triste, la convertiría en un adorno como tantos que había en el palacio. La niña se asustó; No quería ser un objeto inmóvil como aquellos que había mirado tantas veces. Pasaron los días, ella trataba de alegrarse , pero no podía, y retenía sus lágrimas por temor a que el mago la viera y la encontrara fea. ¡qué terrible terminar convertida en un objeto.!
El mago la admiraba todas las noches y se complacía al verla tan bella, aunque ya había notado un dejo de tristeza en sus ojos. Un día que ella estaba sola vio a un ratoncito de esmeralda en la mesita del dormitorio del mago. Pocas veces había entrado a esa habitación pero ese día sintió el impulso de ir. El ratoncito era muy lindo de un verde transparente, debía estar hecho de una valiosa esmeralda. Lo tomó…. Lo miró de cerca y de repente el ratoncito le habló: ¡Bella niña, ayúdame y yo te ayudaré! ¿qué pudo hacer?… ¿qué quieres de mí? El ratoncito de esmeralda habló lentamente: Yo soy el dueño de este palacio, el mago se apoderó de todos mis bienes y a mí me convirtió en lo que tu ves, pero podemos librarnos de él si tú sacas de la caja de nácar que está en su velador un rubí que tiene todos los poderes del mago; Para sacar el rubí tienes que tener mucho cuidado, tu imagen no debe reflejarse en los espejos del dormitorio, porque quedarías atrapada para siempre.
La niña abrió mucho sus ojos; Sentía miedo. ¿Cómo podría hacerlo sin quedar prisionera de los espejos, cómo podría abrir la caja y sacar el rubí sin que su imagen se reflejara en los espejos?
El ratoncito dijo: No temas, yo te guiaré, llévame en tu mano, sé exactamente como tienes que hacerlo para sacar el rubí..
La niña, con el ratoncito en su mano, llegó junto al velador, abrió la linda caja de nácar y apareció ante sus ojos un hermoso rubí. Lo tomó y en ese momento todo cobró vida en el palacio…, que se llenó de ruidos. Muchos de los adornos volvieron a su forma natural, pájaros, cisnes, animalitos, conejitos y flores que inundaron con sus aromas los dormitorios. Todo volvió a la vida. El personal de servicio del palacio pareció despertar de un sueño, doncellas, lacayos, guardias, que tanto tiempo habían permanecido como objetos inmóviles.
La niña miró al ratoncito de esmeralda y se encontró con un apuesto rey que le dio las gracias por haberlo ayudado a romper el encanto que había sufrido por años en manos del mago .En ese momento sintieron un ruido y vieron al mago alejarse muy enojado en una inmensa nube negra.
El rey le prometió a la niña llevarla a la casa de sus padres, pero también le pidió que volviera con él al palacio, porque quería casarse con ella.
La niña fue a la casa de sus padres, que la recibieron con gran alegría, y luego regreso al palacio del rey, donde se casaron y fueron felices para siempre.
Elfridia.
28-Junio-1990
28-Junio-1990
Un muy lindo cuento! =)
ResponderEliminarGracias Paula por tu comentario, eres amorosa
ResponderEliminarque emoción, mi mamá me regaló este cuento cuando era niña, por ahí por el 92 aprox, también me regalo aurelia y sus muñecas y la gallinita trabajadora, hermosos cuentos
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