Era se una vez un grillito que le gustaba mucho viajar, recorrer distintos lugares; así el grillo salta que te salta iba de un lugar a otro.Un día llegó a una hermosa ciudad, la recorrió y vio una linda casa blanca con techo rojo y un jardín con flores y prados, se metió por un hueco de la puerta y se instaló en una habitación muy bonita; había dos camitas y autos a cuerda, trenes a control remoto ¡que cantidad de juguetes!…al grillito le gustaron y se quedó en esa habitación.
En la tarde entraron dos niños, eran dos hermanitos, como de siete y cinco años, jugaron con sus juguetes, luego los bañaron y acostaron. Cuando estaban en sus camitas sintieron un sonido desconocido en su habitación y llamaron a su mamá.
Esta no sentía nada, no sabía que era lo que habían oído los niños. De repente sintió cantar a un grillo y los niños le preguntaron ¿qué es ese sonido que nunca antes habían escuchado? La mamá les respondió: es un grillo que canta y su sonido es como la melodía de un violín. Los niños inmediatamente se lo imaginaron como en la televisión con frac negro, camisa blanca, una corbata negra y un pequeño violín que tocaba con sus patas. Se quedaron quietos en sus camitas escuchando esta melodía hasta que los venció el sueño.
Al otro día cuando se levantaron se acordaron del grillo y le preguntaron a la mamá porqué no cantaba; la mamá les dijo: casi siempre cantan de noche y no se quedan mucho tiempo en el mismo lugar.
Esa noche los niños después de jugar y acostarse oyeron nuevamente el canto del grillo, se levantaron a buscarlo, pero el grillo que los sintió se escondió tan escondido que no pudieron encontrarlo. El tenía miedo si lo encontraban y tomaban en sus manos podían hacerle daño, romper una de sus patas y si esto sucedía él ya no podría seguir saltando y recorriendo todos esos lugares tan bellos que todavía no había visitado. Los niños no los encontraron. Cuando se quedaron quietos volvió a cantar el grillo y ellos se quedaron dormidos con ese hermoso sonido.
Pasaron los días y el grillo seguía cantando todas las noches hasta que un día decidió seguir su camino. Esa noche los niños esperaron la canción del grillo y éste no cantó. Llamaron a la mamá y ella les dijo, el grillo debe haberse ido, ellos no se quedan mucho tiempo en ninguna parte.
Los hermanitos echaron de menos la serenata del grillo, querían oír como tocaba su violín, ¡era tan lindo quedarse dormido con el canto del grillo!
La mamá los arropó y les dijo: tal vez vuelva algún día, ellos van y vienen. Les dio las buenas noches y se fue a su dormitorio. Los niños se quedaron dormidos y soñaron con el grillo. Se veían con él tocando en un trío de violines, los tres con sus frac negros y camisas blancas, corbatas humitas y sus violines que tocaban maravillosamente. El grillito les enseñaba como hacerlo.
Fue un sueño muy hermoso, despertaron muy contentos; habían estado toda la noche con el grillo. Le contaron a la mamá el sueño y ella pensó en la imaginación de los niños que pueden transportarse fácilmente a su mundo de fantasías y les dijo: “el grillo les ha dejado un bello recuerdo”.
Los niños volvieron a sus juegos y al mirarlos la mamá los vio saltando y tocando un violín imaginario como un grillo. Una sonrisa iluminó su cara y pasó por su mente un pensamiento ¡¡que maravilla ser niño!!
Elfridia.
14-Marzo-1991
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