Una señora muy joven acompañó a su marido en un viaje de negocios; cuando llegaron a la ciudad donde iban, él se fue a sus reuniones, ella visitó algunas tiendas, habían quedado de juntarse en la esquina de una avenida donde había una casa comercial muy linda. Ella compró juguetes para su hijo regalón y su hermanito menor que sólo era algunos años mayor que su hijito; compró algunos encargos de su esposo, cosas para la casa y lindos géneros para ella, se encontró en un momento llena de paquetes. Miró la hora, eran cerca de las siete de la tarde, tendría que esperar hasta las siete y media que era la hora que habían fijado para encontrarse.
Al llegar a la esquina de la avenida donde iba a esperar a su marido se acercó a ella una mujercita muy mal vestida, muy pobre y le pidió una monedita; ella tenía las manos llenas de paquetes, no podía buscar en su bolso una moneda y le dijo: “no tengo ninguna monedita, gasté todo el dinero, no dejé ni para la micro”; la mujercita la mira y le dice “pobrecita yo le voy a dar una moneda para la micro”. La joven señora sintió una pena inmensa, como esa pobre mujer le ofrecía su dinero con todo cariño y ella ahora no se atrevía a decirle la verdad y no tenía donde dejar sus paquetes para poder buscar en su cartera.
Le agradeció su acto de generosidad, de amor hacia ella y le dijo que su esposo vendría a buscarla. La mujercita se fue y la joven señora sintió en su corazón alegría y pena, porque un ser desconocido le había ofrecido su ayuda y ella sin quererlo había perdido la oportunidad de ayudarla.
Elfridia
30-Octubre-1990
Esto nos ocurre con mas frecuencia de lo q creemos... Ahí nos damos cuenta de lo poco q hacemos por otros y lo mucho q sin metecerlo aveces recibimos...
ResponderEliminarGracias por su comentario
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