Sofía, va todos los años a pasar las vacaciones con sus primas; la mayor, Soledad, un año mayor que ella y Elisa justo un año menor que Sofía.
Las primitas se querían mucho, paseaban y jugaban. Sofía se avenía mucho con Soledad; en cambio a Elisita no sabía como entenderla. Era tan traviesa. Siempre estaba haciendo algo que no resultaba nada de bueno y terminaban llamándoles la atención.
Sofía y Soledad eran tan ingenuas que Elisita las sorprendía y se reía de ellas. Los papás le daban gusto en todo, era la más pequeña, la regalona. Una tarde que jugaban en la galería con un lindo caballito balancín. Elisita empezó a gritar:... apuesto que no pueden ganarme... ¡Nadie se puede balancear tan rápido como yo! Sofía y Soledad la miraron, parecía que volaba, pero aceptaron la apuesta. Sofía pensó: a ver si ganamos y deja de zumbar este moscardón. Lo decía por Elisita que no dejaba de gritar.
Soledad se subió al caballito, sus piernas largas le impedían darle más velocidad y se dio por vencida; subió Sofía y cada vez fue dándole más impulso y sin darse cuenta salió disparada por la cabeza del caballito y en el mango se partió la ceja; un hilo de sangre corrió por su mejilla y quedó aturdida en el suelo. Las niñitas se asustaron y llamaron a sus papás. La llevaron al dormitorio y la pusieron en una cama. La tía curo la herida que era superficial, le puso un parche y les pidió a las niñitas que la acompañaran. Por precaución era mejor que se quedara en cama. Elisita sentía remordimientos pensaba, yo no tuve la culpa, Sofía se balanceó muy fuerte; a la vez Sofía sentía pena, estuvo a punto de ganar, pero ahora ya no podría intentarlo de nuevo, el tío había guardado el caballito
Elisita de repente empezó a cantar: nadie... nadie me gana..., corro..., vuelo como me da la gana... en el caballito balancín... Soledad y Sofía la miraron muy enojadas, ella seguía cantando igual.
Las dos primitas tomaron los almohadones de las camas y se los tiraron a Elisita diciéndole. ¡¡ Cállate Elisa o te echamos fuera del dormitorio!! Elisa se calló asustada, nunca nadie la había tratado así. Sofía y Soledad se miraron y se rieron, Elisita las vio reírse y pensó, ya se les pasó el enojo; se acercó y se puso a reír junto con ellas.
Terminaron las vacaciones, las primitas se despidieron felices hasta el próximo año.
Elfridia
07-Noviembre-1990
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