domingo, marzo 25, 2012

Cristabel

Había una vez en un reino muy lejano dos costureras que hacían todos los vestidos de las damas de la corte. Eran las costureras preferidas de la reina por sus hermosos trabajos, sus manos no sólo cosían, cortaban, armaban y bordaban, quedando sus vestidos tan bien terminados y lindos que daban un realce a la belleza de quienes los lucían. 

Entre las condesas, marquesas, duquesas y algunas damitas estaba Cristabel que era la preferida de las costureras. La mayor de las costureras se llamaba Rosanna y la menor se llamaba Elvira.

Cristabel llegaba donde ellas como un torbellino les trajinaba todo para saber que estaban haciendo sacaba las telas los adornos y las hacía enojar, porque les desordenaba sus cosas, pero cuando ellas le llamaban la atención Cristabel se acercaba a Rosanna le daba un beso y le decía…. Yo las quiero mucho no se enojen, en un momento le ordeno todo. Elvira reclamando le decía…ya…ya ayúdeme a ordenar, Cristabel la abrazaba y entre las dos ordenaban las telas y piedras preciosas que guardaban en lindos cofres para bordar los vestidos y capas. Cristabel elegía una y otra cosa casi las volvía locas, pero al final hacían lo que ella quería y el resultado era maravilloso, el Traje quedaba precioso y adornaba a la linda niña en todas las recepciones y fiestas que asistía. Algunas veces le decía a Rosanna, esta manga está más corta que la otra y a Elvira la llamaba para decirle: hay dos botones demás y no tienen un ojal. Rosanna le explicaba yo medí muy bien las dos mangas ¡no puede ser! Y Elvira reclamaba, no me haga enojar, yo no pego botones de más y hago solo los ojales que corresponden Cristabel se reía, se acercaba a Rosanna daba unas vueltas con ella entonando un vals y luego a Elvira la tomaba de la mano y bailaban; Al fin terminaban riéndose las tres. Rosanna y Elvira cosían y cosían, pasaban horas sobre sus trabajos, cortando, armando, pegando botones haciendo ojales, bordando y que felices se sentían cuando terminaban un traje o una capa. Sus manos parecían manos de hadas, la aguja entraba y salía de la tela dejando sus trabajos impecables y los diseños bordados tan lindos, hojas plateadas y flores bordadas con rubíes, zafiros, perlas y esmeraldas. 


Un día se anunció en el reino y fuera del reino un gran baile en el castillo del rey; Su hijo el príncipe elegiría a su futura esposa. Llegaron todas las damas con sus hijas donde las costureras. Ellas le ayudaron a elegir a cada una el modelo más adecuado, pero tenían que esperar su turno, porque el primer traje que harían sería el de la reina. Cosieron y bordaron tenían casi todo listo, sólo le faltaba terminarlos, porque todavía quedaba una semana para el baile Rosanna y Elvira estaban muy extrañadas, Cristabel no había aparecido por ahí esas últimas semanas ¿qué le había pasado? Ella siempre las venía a ver. ¿No estaría invitada al baile? Con tanto trabajo no se habían enterado de nada. Cristabel estaba enferma y nadie sabía lo que tenía, sus padres habían llamado a los hombres de ciencia que atendían al rey y éstos no sabían que hacer, la fiebre no bajaba y la niña deliraba y se debilitaba, 

Pasó una semana sin que Cristabel se mejorara, pero un día cuando ya todos creían que no sanaría, Cristabel empezó a recuperarse poco a poco y al enterarse que había una fiesta en el castillo pidió que la llevaran donde Rosanna y Elvira. Al verlas llegar las costureras se alarmaron la notaron muy delgada y pálida. Le preguntaron que le había pasado; Ella les contó que tuvo un enfriamiento y había estado dos semanas en cama. Cristabel les pidió que le hicieran el vestido para el baile, Rosanna y Elvira se miraron y pusieron cara de pena no tenían el tiempo suficiente para hacérselo. Tenían que terminar todo lo que habían empezado. Cristabel se puso muy triste, era una fiesta tan especial no podía ir si no tenía un vestido nuevo para el baile. Se despidió de ellas y se fue muy desilusionada. Las costureras quedaron preocupadas, Cristabel no iría al baile, ellas no podían hacerle el vestido y era tan importante asistir a esa fiesta, el príncipe podría elegirla como su esposa ¡ella era tan linda! Si no iba, otra joven sería la elegida. Esa noche, antes de acostarse las costureras miraron la tela que estaba sobre el mesón donde ellas cortaban los vestidos y Rosanna dice en voz alta para que Elvira la oiga……Si los duendes terminaran todo lo que ya tenemos empezado, podríamos hacerle el vestido a Cristabel. Elvira le responde pero si ella no ha elegido la hechura. Rosanna la reta y le dice: Yo sé lo que a ella le gusta, le quedaría un vestido precioso. Las dos se miraron con pena, la querían tanto deseaban que fuera al baile y el príncipe se casara con ella, se acostaron muy triste y se quedaron dormidas y en ese momento llegaron los duendes que eran unos personajes pequeños muy vistosos, con pantalones verdes hasta la rodilla, medias blancas y zapatos negros con hebillas muy grandes, igual a la del cinturón, chaquetas rojas y sombreros negros. Los duendes tomaron los vestidos y cantando una canción muy alegre empezaron a coser: 

“Coser, coser y coser Para terminar, 
Todo lo empezado
Tendrás que acabar, Lara- Lara- Lara- 
Todo lo empezado, Tendrás que acabar” 

Y así lo repetían una y otra vez hasta que terminaron todos los trabajos mientras las costureras dormían. Al colgar los vestidos, los encontraron tan lindos que empezaron a bailar con ellos, era un espectáculo verlos, parecía un gran baile, las sedas, terciopelos y tules se veían hermosos y los bordados de piedras preciosas despedían miles de pequeñas luces de todos colores. Bailaron hasta el amanecer, entonces colgaron todos los vestidos en sus perchas y se fueron felices. Al otro día al levantarse las costureras, encontraron todos los vestidos terminados. Ellas se pusieron muy contentas y en ese mismo momento empezaron a cortar y armar el vestido para Cristabel; La tela era de un raso celeste del color de sus ojos la bordaron con hilos de plata, zafiros y perlas, cuando estuvo listo la llamaron para probárselo. Cristabel estaba feliz sus dos costureras adoradas le habían hecho el vestido; Iría al baile gracias a ellas les dio un beso y un abrazo a cada una. Los duendes estaban felices de haber ayudado a las costureras. El día de la fiesta todo el castillo estaba regiamente arreglado con adornos y luces; El rey y la reina recibían a los invitados; El príncipe saludaba a cada joven que iba llegando. Al entrar Cristabel con sus padres el príncipe quedó admirado, era tan linda él recordaba haberla visto algunas veces, pero ahora estaba preciosa. Sus ojos celestes, su cabello rubio trenzado con perlas y zafiros azules, su vestido llamó la atención de todos estaba bordado con hilos de plata y perlas alrededor del escote y el ruedo; Pequeñas flores de zafiros le daban el último toque que hacían resaltar aún más la belleza de Cristabel. El príncipe la saluda y la invita a iniciar el baile le toma la mano y se deslizaron suavemente por el salón sus ojos no dejan de mirarse, desapareciendo todo lo demás, sentían una atracción tan fuerte entre los dos que en ese momento sólo existía el uno para el otro. Los reyes estaban felices no así las otras damas que no se conformaban que el príncipe hubiese elegido a Cristabel sin mirarlas a ellas. Cristabel le contó al príncipe lo que habían hecho las costureras por ella y el príncipe ofreció ir a verlas para agradecerle su atención. A los pocos días después del baile fueron el príncipe y Cristabel a visitar a las costureras y le llevaron hermosos regalos; Cristabel les pidió que le hicieran su vestido de novia y las invitó a la ceremonia, ellas prometieron hacerlo e irían a la boda.

El príncipe y Cristabel se casaron y la fiesta fue muy linda el vestido de ella era maravilloso no había palabras para describirlo, llevaba una coronita de brillantes que le había regalado el rey y en sus manos una rosa blanca que despedía su perfume a cada paso que ella daba.

Rosanna y Elvira se sentían muy contentas, ellas habían hecho el vestido para Cristabel a quien tanto querían; con la ayuda de los duendes y el príncipe había elegido a su princesa.

Elfridia 
23-Abril-1991

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