domingo, julio 22, 2012

El Cofrecito De Julia

Julia era una niña muy inteligente, buena alumna, cariñosa y sus padres la querían mucho y se preocupaban de ella. Cuando cumplió 15 años le regalaron un collar de perlas de una vuelta apegado al cuello; ¡Se veía tan linda cuando lo lució en su fiesta de cumpleaños.

La mamá le dio un hermoso cofrecito que era de ella para que guardara su collar junto con otras joyas que tenía: unos aros de perlas, un prendedor que se lo habían traído de Italia, era muy lindo se lo habían comprado en el Ponte Vecchio, hecho por artesanos florentinos y una pulsera con chicles de oro. Todos lindos recuerdos de momentos felices que atesoraba en su cofrecito.

Cuando julia terminó sus estudios decidió seguir leyes y como no había universidad en la ciudad que vivía, tendría que viajar a otra ciudad para seguir su carrera. Los papás de julia llamaron a un matrimonio amigo para que recibiera a su hija en su departamento, ellos aceptaron de inmediato; estaban solos, su hijo se había casado y viajó al extranjero porque tenía un trabajo en Alemania; Julia sería una gran compañía para ellos.

Julia hizo sus preparativos y partió el fin de semana para su nuevo hogar; se llevó su cofrecito con ella, pero antes le preguntó a su mamá; ésta le dijo que no veía ningún inconveniente y además podía necesitar sus joyas para alguna fiesta, el collar se le veía tan lindo, tomaba un brillo muy hermoso con el color de su piel.

El matrimonio la recibió con mucho cariño, la señora Dora y don José eran muy agradables. Ella la llevó al dormitorio y la dejó para que arreglara sus cosas, Julia guardó toda su ropa en el ropero y puso encima de la cómoda el cofrecito con sus joyas. Cuando vino a buscarla doña Dora vio el lindo cofrecito y le preguntó: ¿Qué tienes ahí Julia? Ella le mostró sus joyas, la señora Dora las miró y le dijo déjalo con llave y guárdala, María la niña que viene a hacer el aseo es muy buena nunca se ha perdido nada, pero es mejor no tentarla. Julia así lo hizo dio la vuelta a la llave y la sacó, la guardó en su cartera y se fueron al comedor donde las esperaba don José.

Pasaron los días y Julia estaba feliz, era totalmente independiente, salía en las mañanas y volvía en la tarde porque a medio día se quedaba en la universidad.

Doña Dora y don José eran cariñosos con ella y María casi no la veía porque llegaba después que se iba ella y terminaba su trabajo como a las cinco de la tarde, otras veces se iba más temprano cuando la señora Dora y don José salían, ellos dejaban el departamento cerrado le habían dado una llave a Julia.

Un día al volver de la universidad encontró una nota en la cocina donde le decían que si quería comer algo había de todo en el refrigerador, ellos habían ido a visitar a unos amigos y volverían temprano. Julia se preparó algo de comer y se fue a su dormitorio. De repente se dio cuenta que su cofrecito no estaba, lo buscó por todas partes, pero no lo encontró; pensó que la señora Dora lo había guardado, pero no podía encontrar una explicación. Al llegar don José y su señora, los estaba esperando los saludó y les preguntó como lo habían pasado y enseguida les contó que su cofrecito no estaba encima de la cómoda. La señora Dora y don José se quedaron asombrados, ellos no habían guardado el cofrecito de Julia y habían salido después que se fue María.

Julia sintió mucha pena, su cofrecito había desaparecido y sus joyitas con él. Don José le dijo que al otro día hablaría con María porque era la única persona que pudo tomarlo, doña Dora la tranquilizo, pronto estaría todo solucionado.

Al otro día María no vino, la esperaron y no llegó. Don José fue a la casa de María y la mamá de ésta se extrañó mucho; su hija salió temprano para el trabajo, don José se dio cuenta que el asunto era grave; María había robado el cofrecito, ahora tendría que dar cuenta a la policía porque él no podía hacer nada, pero antes le contó a la mamá de María lo que había pasado, ella no podía creer, su hija no era una ladrona; ellas eran pobres, pero siempre le dio todo lo que necesitaba, no creía que su María hubiese tomado el cofrecito. Don José le dijo que si no lo devolvía daría cuenta a la policía, porque no había nadie más en la casa, solo iba María a hacer la limpieza de la casa y ayudaba a su señora; si ella devolvía el cofrecito él no daría cuenta a la policía y a ella no le pasaría nada. La señora Isabel le dijo hasta el final que su hija no era una ladrona y que era imposible que lo hubiese tomado, que el cofrecito debía estar ahí.

Don José se fue muy preocupado, esperaron todo el día y María no apareció, él dio cuenta a la policía.

Los detectives llegaron a la casa de María y ésta no había llegado, la señora Isabel les dijo que su hija había salido en la mañana a su trabajo y todavía no regresaba, los detectives decidieron esperarla afuera. La señora Isabel estaba desconsolada, había revisado el dormitorio de María y no encontró nada ¿Qué había pasado? No podía creerlo, pero su hija no había ido a trabajar ese día algo malo había sucedido. Cuando María llegó a las siete de la tarde los detectives la detuvieron antes de entrar a la casa; ella negó haber tomado el cofrecito. La mamá salió a ver que pasaba y pidió hablar con su hija, María le dijo: ¿Qué has hecho? Yo siempre te enseñé que no se debe tomar las cosas ajenas, es una falta grave; María le contestó a ella no le hace falta, el cofrecito es tan lindo. No debes tomar lo que es de otra persona te llevaran a la cárcel hija mía y yo no tengo dinero para pagar un abogado, no te preocupes mamá adentro del cofrecito venían unas joyas, yo vendí una pulsera y te daré el dinero; María le dice la mamá, devuelve el cofrecito, don José me dijo que si lo devolvías quitaría la denuncia y no te pasaría nada, pero mamá yo no quiero devolverlo, ella tiene tantas cosas y yo no tengo nada; hija mía le dice doña Isabel, a ti no te gustaría que te robaran algo de tu dormitorio, porque esa persona tiene menos que tú, la joven quiere sus cosas que seguramente se las regalaron sus padres, son recuerdos de un gran valor sentimental.

Los detectives entraron a la habitación a llevarse a María, ésta se asustó y les dijo yo no he tomado nada. Se te acusa de haber tomado un cofrecito de la casa de don José Arredondo, si lo devuelves no te llevaremos detenida, porque él ofreció retirar la denuncia. La señora Isabel les ruega por favor déjenme a solas con mi hija, yo deseo hablar un momento más con ella. Señora le dice el detective ya le dimos la oportunidad este es un robo y tenemos que llevarla detenida. Yo no he hecho nada dice María, los detectives se acercan uno la toma de un brazo y le habla, sabemos que tomaste el cofrecito y si no lo devuelves te llevaremos a la comisaría. La mamá rogó nuevamente, déjenme un momento con ella. Los detectives salen de la habitación y María le entrega el dinero a su mamá diciéndole: es para el abogado.

La mamá le contesta entrega el cofre María y nos evitaremos problemas, somos pobres, pero no ladronas, esa es una vergüenza y nunca más podrás trabajar en ninguna parte. María está asustada, pero no quiere entregarlo, la señora Isabel insiste; María si yo lo entrego no nos pasará nada, pero si te niegas no puedo hacer nada por ti, quedaras fichada con malos antecedentes. María se da cuenta que su mamá tiene la razón, no puede quedarse con el cofrecito, y las joyas nunca habría podido usarlas. Y además no quería que la llamaran ladrona, movió una tabla suelta y sacó el cofrecito con las joyas. Llamaron a los detectives y la señora Isabel se lo entregó junto con el dinero de la pulsera. Los detectives pidieron el nombre de la casa donde la había vendido. Después de esto se fueron, pero antes le dijeron que no debía volver a cometer una acción tan fea y gracias a su mamá y don José la dejaban libre. María se puso a llorar, a ella le gustaba tanto el cofrecito, todos los días lo había mirado cuando hacía el aseo hasta que decidió llevárselo. Doña Isabel la consuela, María hay cosas más lindas que un cofrecito, como una buena acción, el ser honrada y trabajar para tener un futuro mejor, pero nunca debes tomar lo que pertenece a otra persona porque a ella también le ha costado esfuerzo conseguirlo. Maria sabía que su mamá tenía razón nunca más volvería a hacerlo había pasado mucho susto, pero no lo demostró. Cuando los detectives devolvieron el cofrecito con todas sus joyas a Julia, ésta se puso muy contenta, pero a la vez sintió pena por María, deseó que nunca más le sucediera una cosa así; ella estudiaría para ayudar a las personas como María para que no tomaran lo ajeno, y honradamente con su trabajo tuvieran un futuro mejor. María tuvo otro empleo y no tomó nada que no fuera suyo había aprendido la lección.

Elfridia
10-Octubre-1992

No hay comentarios:

Publicar un comentario