En un día de lluvia una niña miraba a través de la ventana el jardín, las gotas de agua caían sobre el techo de tejuelas oscuras y se deslizaban como cuentas de cristal, que desaparecían en la tierra húmeda. La niña corrió al jardín a recoger esas cuentas de cristal pero al poner sus manos sobre ellas se convirtieron en agua y solo quedaron sus manos mojadas.
Se quedó asombrada ¿Porqué no podía retenerlas si eran tan lindas? Entonces apareció un hada y le dijo: sí son hermosas cuentas de cristal y haré un collar con ellas, pero solo te durará un momento y luego tienes que sacártelo porque se convertirán en agua.
El hada desapareció y la niña fue a su habitación a mirar el collar en un espejo y al ver su imagen reflejada en él se sintió como en un sueño. El collar daba visos azules que brillaban transformando toda la habitación en un salón, una música suave la envolvió sintiendo que un príncipe tomaba su mano y la llevaba dulcemente bailando. Ella no supo si el tiempo se detuvo o paso tan rápido que sólo sintió que su collar se convirtió en agua mojando su cuello y su ropa y el salón, la música y el príncipe habían desaparecido.
Corrió a la ventana a ver las gotas de agua, pero sentía tanta pena que corrieron las lágrimas por sus mejillas y al caer al suelo se convirtieron en perlas. Apareció el hada nuevamente y le dice hace un momento cumplí tu deseo de hacerte un collar de cristal con las gotas de la lluvia. Tu soñaste con un príncipe, de recuerdo te dejaré este collar de perlas, que lo hice con tus lágrimas, pero no estés triste tu sueño se hará realidad. La niña tomó el collar de perlas y lo guardó en un pequeño cofre no se atrevió a ponérselo por temor a que desapareciera como las cuentas de cristal.
El tiempo fue pasando y un día que ella iba al colegio se le cayó un libro y un joven se lo recogió y al encontrarse sus miradas sintió una gran emoción y su cuerpo tembló era el príncipe con el que bailó en su sueño y vio en sus ojos que él sentía lo mismo que ella. Caminaron juntos al colegio y cada uno entró en su sala de clases, porque él estaba varios cursos más avanzados que la joven.
Así los dos no solo se vieron en los recreos sino que siguieron saliendo juntos, el amor había anidado en sus corazones. La joven sacó el collar de perlas de su pequeño cofre. Al tomarlo sintió la voz del hada que le dice: Te casarás con él cuando cumplas veintiún años que es el número de perlas que tiene el collar, si mantienes tú pureza tan blanca como esas perlas.
La joven se sintió muy feliz y como no sabía a quien contarle el secreto de su felicidad salió al jardín y vio a dos pajaritos que revoloteaban anunciando con sus trinos que se acercaba la primavera la joven se sentó en un banco y los pajaritos se posaron en sus hombros, ella les habló y su voz era tan dulce y suave que parecían notas musicales y los pajaritos callaron para escucharla los ojos de la joven brillaban de alegría, el amor había llegado a su vida.
Se fueron los años con sus penas y alegrías y llegó el momento tan esperado, el día del matrimonio y los dos seguían tan enamorados como cuando se conocieron. La hermosa novia se miró al espejo y sacó el collar de perlas de su cofre, al hacerlo apareció el hada y le dice: Puedes ponértelo, tu sueño se ha hecho realidad y el collar no desaparecerá porque no solo has soñado también has vivido en la realidad.
La joven se pone el collar se ve preciosa, una sonrisa ilumina sus labios es el reflejo de una alegría inmensa que siente en su alma y recuerda las gotas de lluvia que parecían cuentas de cristal y que al llegar a sus manos se convirtieron en agua, pero ahora como dijo el hada no estaba soñando, el príncipe que había visto en su sueño era real y sería su esposo……… no desaparecería como las gotas de agua.
Elfridia
4-Septiembre-1993
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