Al llegar a la orilla del río Manuel vio un bote a la deriva se sacó las
zapatillas y metiéndose al agua se acercó al bote, tomó la cuerda y lo arrastró
hasta la orilla amarrándolo entre unas ramas. Se sentó en el pasto y se quedó
un momento pensando que bueno sería dar un paseo en el bote, pero no tenía
remos tal vez se habían caído en el agua al ser arrastrado por el viento, pero
podría remar con las manos.
Pudo más el deseo de la aventura y se subió al bote
el agua estaba tranquila una brisa suave lo empujaba el cause del río pasaba
por campos y quebradas para después de un largo recorrido desembocar en el mar;
a medida que pasaban por terrenos más sinuosos sus aguas iban tomando más
velocidad. Manuel se empezó a asustar, no había tenido necesidad de remar, pero
ahora no sabía como parar el bote. Después de ir a toda velocidad el viento se
empezó a calmar y la corriente lo arrastro hasta la orilla, Manuel se bajó del
bote y lo tiró de la cuerda amarrándola
entre los arbustos, pero ahora no sabía donde estaba.
Se sentó en el pasto, no
podía volver en el bote la corriente lo
tiraba campo abajo tenía que volver caminando, pero por donde, no había ni
sendero ni huellas a la vista y decidió caminar por la orilla del río por donde
lo había traído el bote hasta encontrar una huella que lo guiara, la tarde iba
avanzando y en la noche no podría seguir caminando, empezaba a tener miedo,
pero vio a lo lejos a unos hombres que
arreaban a unos animales y corrió hacía ellos, los hombres al verlo le
preguntaron que de donde venía. Manuel les contó su aventura, ahora estaba perdido y no sabía como volver a
su casa. Los hombres se ofrecieron a ayudarlo uno de ellos lo llevaría a
caballo hasta el camino que no estaba cerca y lo dejaría ahí, porque tenían que
encerrar los animales ante que llegara la noche y desde el camino tendría que
caminar mucho para llegar a su casa. Manuel les dio las gracias y se fue a
caballo con el hombre que lo dejaría en el camino. Al llegar a un sendero lleno
de piedras el hombre le dijo aquí te dejo, yo tengo que volver. ¿Este es el
camino preguntó Manuel? Si contestó el
hombre y se fue. Manuel se sintió perdido, esto era un sendero él no lo conocía
que haría ahora hacia donde iría. Empezó a caminar muy rápido si llegaba la
noche no sabría que hacer.
De repente aparecieron unos perros y empezaron a
ladrar, Manuel les habló y los tranquilizó ellos lo guiaron hasta una casa. Los
dueños de casa al saber lo que le había pasado, le aconsejaron pasar la noche
con ellos y al otro día lo encaminarían hacía su casa que según lo que les
había contado Manuel todavía estaba bastante lejos. Así se hizo Manuel cenó con
ellos y durmió con los hijos de los dueños de casa. Al otro día muy temprano
tomaron desayuno y se fueron caminando hasta llegar a un camino de tierra, pero
ya mas transitado, iban unos hombres a caballo y al saber lo que le había
pasado a Manuel se ofrecieron llevarlo hasta su casa. Manuel le dio las gracias
al dueño de casa que lo había ayudado dándole alojamiento y comida. Subió al
caballo del hombre que lo iba a llevar y se alejaron del camino siguiendo por un sendero bordeado de pinos, todavía
Manuel no reconocía nada de lo que veía, pero el hombre le dijo este es un
atajo para acortar camino, vamos a llegar al atardecer, pararon en una casa que
eran amigos del hombre y les dieron agua y comida, pero Manuel estaba tan
cansado para saber quien era quien y sin preguntar nada apenas se daba cuenta
de lo que estaba pasando. Como había dicho el hombre llegaron al atardecer.
Manuel se sintió feliz de llegar a su casa; todos lo recibieron aliviados que
no le hubiera pasado algo grave, solo había estado perdido y gracias a
estas buenas personas había vuelto sano
y salvo de su aventura.
Elfridia
09-Diciembre-2013
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