Una vez en un reino junto al mar vivían un rey, una reina y una
princesita, los reyes eran muy felices pero un día, vino un dragón y sin que
nadie pudiese evitarlo se llevó a la linda princesita.
Los reyes
quedaron muy tristes y pusieron proclamas por todo el reino y fuera del reino
para rescatarla de las garras del dragón y trajeran de vuelta a la princesita. Ofrecieron grandes recompensas y
la mano de la princesa al que lo consiguiese; esto llegó a oídos de un príncipe
que vivía en otro reino y como era muy valiente y de buen corazón decidió ir a
rescatar a la princesa. Primero fue donde un hada y le preguntó que podía hacer
para encontrar al dragón, y ésta le dijo que el dragón era un rey muy malo que
ella lo había hechizado convirtiéndolo en dragón para castigarlo pero en el
momento que hiciera una buena acción volvería a su forma humana. El hada le
dijo que no lo podía ayudar más que tendría muchos obstáculos que salvar que
saldría bien de todo con su
inteligencia, valentía y astucia.
El
príncipe partió rumbo al castillo del dragón tomó por un sendero que poco a
poco se fue convirtiendo en una huella estrecha y metiéndose en un bosque
oscuro donde los árboles desnudos y sus ramas sin hojas a cada instante parecía
que estrangularían al valiente príncipe que avanzaba esquivando una y otra rama
en un momento se iluminó todo el bosque y el rayo, el viento y el trueno
parecía como si fuera a arrasar con todo. Este no se detuvo y pensó que
mientras más rápido saliera del bosque estaría a salvo.
Poco a
poco fue pasando la tormenta y al mismo tiempo el príncipe se encontró fuera
del bosque siguió su camino y llegó a una inmensa montaña cada paso que daba lo
llevaba a una tierra dura y desierta llena de rocas todo era desolador a su
alrededor pero el príncipe no tuvo miedo y siguió avanzando de repente sintió
un inmenso ruido y empezaron a caer rocas y más rocas, el príncipe corrió hacia
una caverna y se metió en ella hasta que cesó todo ese estruendo. Luego trató
de salir pero el boquete estaba tapado por pequeñas rocas que habían rodado
montaña abajo. Buscó un palo y se puso a moverlas poco a poco hasta despejar la
boca de la caverna, cuando estuvo afuera siguió subiendo y casi al llegar a la
cima vio el castillo del dragón.
A medida
que se acercaba sintió una canción muy bella y siguió su melodía; cuando estuvo
cerca divisó en la ventana de una torre a una bella princesa, pero no podía
acercarse a ella porque el foso que rodeaba al castillo era muy profundo y el
puente levadizo estaba cerrado. Siguió mirando hasta que tomó unas piedrecillas
y se las tiró a la princesa. Ella lo vio y lo encontró tan apuesto y buen mozo
que quedó prendada de él y éste al verla la encontró lindísima y quedó
enamorado de ella. La princesa le contó que el dragón la tenía prisionera y que
todos los días tenía que cantarle una canción; ella echaba mucho de menos a sus
padres y se sentía muy triste de estar tan lejos y sola. El príncipe le pidió
que cuando cantara la próxima canción al dragón le contara en su canción la pena
que ella sentía por estar tan lejos de todos sus seres queridos.
La
princesa lo hizo así, y cuando terminó su canción, que fue muy bella y triste,
el dragón estaba llorando y en ese momento se deshizo el encanto y volvió a ser
el rey que había sido. Fue tanta su alegría, que prometió que nunca más sería
malo y pidió a sus guardias que fueran a dejar a la princesa al reino de sus
padres, entonces, la princesa le contó que el príncipe le había dicho que le
cantara lo que ella sentía.
El rey
mandó a buscar al príncipe y le dio las gracias por haberlo ayudado a deshacer
el hechizo y tener la oportunidad de volver a reinar. Ahora trataría de ser
bueno y justo con todos.
Los
guardias acompañaron al príncipe y a la princesa hasta su reino, donde fueron recibidos
por el rey y la reina que no cabían en sí de alegría y el rey cumplió su
promesa y se casaron viviendo felices por siempre jamás.
19-Marzo
-1990
Elfridia
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