Era un día muy hermoso el sol brillaba en el azul del cielo y sus rayos
traspasaban las gotas de rocío que titilaban en las hojas de las plantas y los
árboles y parecían pequeñas cuentas de cristal de lindos colores la naturaleza
es mágica no sólo te mostraba como jugaba el sol con esas gotas de agua, las plantas y flores en una gran variedad de
formas y colores que Aurelia disfrutaba,
las salvias azules, las rosas enanas,
rosadas, rojas y blancas, junto a la reja de entrada unas enredaderas de
jazmines y madreselvas; las Camelias, Acer Japónicos, Tamarindos, Magroños,
árboles muy hermosos le daban un toque mágico al jardín.
Aurelia caminaba por el pasto hasta un pequeño camino de pisadas, los
queltegues tan alharacos piaban y volaban a su alrededor, los picaflores no se
alejaban de la salvia azul y aleteaban como un abanico, los zorzales buscaban
su comida entre el pasto y las tórtolas
seguían enamorándose entre los arbustos y las canaletas del techo de la casa;
otras plantas pequeñas se encontraban formando armoniosos conjuntos de colores
dándole forma al jardín. Aurelia quería a su jardín y su mayor alegría era
recorrerlo seguida con todo el alboroto de los pájaros aunque a veces les decía
a los queltegues no griten tanto; el aroma de las flores mezcladas con el trino
de los pájaros eran momentos de mucho agrado, sentirlos, vivirlos son para
guardar y recordar porque nunca tendrás otro igual.
Aurelia quería y cuidaba a su jardín como todo lo que se quiere en la
vida hay que cuidarlo y cultivarlo y así querido lector creo que a todos nos
gustaría tener un jardín como el jardín de Aurelia y decir soy feliz.
Eífridia
7*Junio*2015
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