Los Cuatro Payasos de la Sala
Eran cuatro payasos que estaban de adorno
en una sala; uno de ellos, el más grande, era muy elegante, de cristal Murano.
La tenida transparente con tongo y guantes, su cara muy simpática con una gran
sonrisa.
Los otros dos eran de madera tallados por
artesanos florentinos, miniaturas que tenían hasta el más mínimo detalle, uno
estaba vestido con una gran chaqueta color rojo tomate, los pantalones eran
blancos, pero una pierna tenía rayas negras y la otra lunares rojos, sus
zapatos blancos con la punta negra, una gran corbata humita blanca con lunares
celestes, un sombrero verde aplastado y el cabello verde, la cara alegre, la
nariz roja. Un canario amoroso parado en un chelo que estaba a punto de tocar,“
era un payasito muy hermoso,” el otro tenía una chaqueta crema más corta los
bolsillos color chocolate en forma de corazones, los botones y la camisa eran
también de color chocolate, los pantalones rojo claro, los zapatos negros , una
corbata humita listada en rojo; su cabeza calva rodeada por un cabello verde
pasto; la cara era linda, pintada blanca con unos enormes ojos azules, su nariz
como un pom-pom rojo y su boca en una semi sonrisa; estaba tocando el violín.
El último payasito era de cerámica española
muy tosco; los pantalones blancos, sus zapatos verde claro, una chaqueta blanca
igual al pantalón y encima otra chaqueta lila con cuello listado hasta el ruedo
en amarillo, verde, naranja y celeste. Llevaba dos corbatas, una de humita
grande con puntitos de varios colores y la otra listada blanco con negro
amarrada en un nudo verde, el sombrero tenía los mismos colores de la chaqueta; Una paloma en su mano. La cara triste y el
cabello tieso.
Los payasos estaban juntos; Al quedar la
casa en silencio en la noche, el payaso de cristal Murano se adelantaba e
iniciaba la función. Contaba graciosos chistes y todos los celebraban y reían;
Los dos payasitos florentinos tocaban un dúo de cuerdas que los hacía soñar con
esa hermosa ciudad italiana; Todos quedaban encantados con su melodía; Al
último actuaba el payasito de cerámica española con su cara triste, hacía
piruetas y sacaba y escondía la paloma de los grandes bolsillos de su chaqueta
como si la hiciera aparecer y desaparecer. Cuando terminaba la noche todos se
quedaban quietos, pero el payasito de cerámica estaba triste; El sentía que no
era tan lindo y elegante como los otros, creía que no lo querían.
Un día alguien se llevó al payaso de
cerámica….esa noche los payasos estuvieron decaídos, los chistes no fueron tan
graciosos y la melodía fue triste. Los payasos
echaban de menos al payasito de cerámica. Nunca habían “valorado su compañía”: Siempre
estaba ahí listo para hacer las piruetas y gracias con la paloma, ahora notaban
su ausencia.
A los pocos días pusieron al payaso de
cerámica otra vez junto a los otros payasos y esa noche fue de gran alegría. El
payaso de cristal murano no solo contó chistes, también le dio la bienvenida y
los payasitos florentinos tocaron como nunca una bella melodía. El payaso de
cerámica española estaba dichoso, sentía que todos lo querían y aunque sus ojos
estaban pintados muy tristes, brillaban de alegría.
Elfridia 24- Julio- 1990
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