domingo, agosto 30, 2020

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Los Cuatro  Payasos de la Sala

Eran cuatro payasos que estaban de adorno en una sala; uno de ellos, el más grande, era muy elegante, de cristal Murano. La tenida transparente con tongo y guantes, su cara muy simpática con una gran sonrisa.

Los otros dos eran de madera tallados por artesanos florentinos, miniaturas que tenían hasta el más mínimo detalle, uno estaba vestido con una gran chaqueta color rojo tomate, los pantalones eran blancos, pero una pierna tenía rayas negras y la otra lunares rojos, sus zapatos blancos con la punta negra, una gran corbata humita blanca con lunares celestes, un sombrero verde aplastado y el cabello verde, la cara alegre, la nariz roja. Un canario amoroso parado en un chelo que estaba a punto de tocar,“ era un payasito muy hermoso,” el otro tenía una chaqueta crema más corta los bolsillos color chocolate en forma de corazones, los botones y la camisa eran también de color chocolate, los pantalones rojo claro, los zapatos negros , una corbata humita listada en rojo; su cabeza calva rodeada por un cabello verde pasto; la cara era linda, pintada blanca con unos enormes ojos azules, su nariz como un pom-pom rojo y su boca en una semi sonrisa; estaba tocando el violín.
El último payasito era de cerámica española muy tosco; los pantalones blancos, sus zapatos verde claro, una chaqueta blanca igual al pantalón y encima otra chaqueta lila con cuello listado hasta el ruedo en amarillo, verde, naranja y celeste. Llevaba dos corbatas, una de humita grande con puntitos de varios colores y la otra listada blanco con negro amarrada en un nudo verde, el sombrero tenía los mismos colores de  la chaqueta;  Una paloma en su mano. La cara triste y el cabello tieso.
Los payasos estaban juntos; Al quedar la casa en silencio en la noche, el payaso de cristal Murano se adelantaba e iniciaba la función. Contaba graciosos chistes y todos los celebraban y reían; Los dos payasitos florentinos tocaban un dúo de cuerdas que los hacía soñar con esa hermosa ciudad italiana; Todos quedaban encantados con su melodía; Al último actuaba el payasito de cerámica española con su cara triste, hacía piruetas y sacaba y escondía la paloma de los grandes bolsillos de su chaqueta como si la hiciera aparecer y desaparecer. Cuando terminaba la noche todos se quedaban quietos, pero el payasito de cerámica estaba triste; El sentía que no era tan lindo y elegante como los otros, creía que no lo querían.
Un día alguien se llevó al payaso de cerámica….esa noche los payasos estuvieron decaídos, los chistes no fueron tan graciosos y la melodía fue triste. Los payasos  echaban de menos al payasito de cerámica.  Nunca habían “valorado su compañía”: Siempre estaba ahí listo para hacer las piruetas y gracias con la paloma, ahora notaban su ausencia.
A los pocos días pusieron al payaso de cerámica otra vez junto a los otros payasos y esa noche fue de gran alegría. El payaso de cristal murano no solo contó chistes, también le dio la bienvenida y los payasitos florentinos tocaron como nunca una bella melodía. El payaso de cerámica española estaba dichoso, sentía que todos lo querían y aunque sus ojos estaban pintados muy tristes, brillaban de alegría.
Elfridia                        24- Julio- 1990



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