Había una vez un paje que a todos les contaba que tenía un palacio en una isla muy lejana y que solo estaba de paso en el castillo hasta completar su aprendizaje. El paje era muy entretenido y las damas del castillo pasaban mucho tiempo con él pensando que tal vez se casaría con una de ellas y la llevaría a su palacio, pero los pensamientos del paje eran muy distintos, él quería casarse con la princesa. Así empezó a conquistarla con sus historias y se les veía a los dos juntos, en los jardines, en las terrazas, pero el rey al darse cuenta de esto llamó a la princesa y le dijo.
Que no estaba bien que pasara tanto tiempo con el paje, que su prometido el príncipe se molestaría si llegaba a sus oídos que su prometida era cortejada por un paje. La princesa dejó de verlo, pero al saber que el paje le había contado a todas las damas de la corte que tenía un palacio que se casaría con una princesa y la llevaría a la isla a vivir con él, se dio cuenta que era un presumido, que no tenía un palacio que ella nunca había pensado en casarse con él y que era un protegido de un noble de la corte que le había pedido al rey que lo recibiera en su castillo. A la princesa no le agradó que el presumiera que tenía un palacio y se iba a casar con ella llamó al paje y habló con él, ella creía que todos valen por lo que son y no presumir por lo que no tienen la realidad se impone a la fantasía y te hace despertar bruscamente.
El paje se dio cuenta que estaba equivocado y que lo que le había dicho la princesa era por su bien, dejaría de presumir y solo haría resaltar sus cualidades.
Elfridia
15-Abril-2013.
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