Una joven que vivía en una casa muy hermosa, tenía un jardín bellísimo en un lugar del jardín había toda clase de rosas.
Todos los días cuando salía al jardín lo recorría y miraba cada una de las plantas, flores, arbustos y se detenía en los rosales cortaba el botón más lindo para el florero de la mesita del velador de su dormitorio... pensaba que pena cortarla, pero le agradaba tanto verla en su habitación, sentir su aroma en la noche cuando se acostaba o en la mañana al despertar su fragancia inundaba todo el dormitorio; le producía una sensación de felicidad sentir su olor y al mirarla sus ojos se recreaban con el color tan bello y sus pétalos tan suaves... ¡que flor tan hermosa!...
Una noche la joven sueña y ve a la rosa que le dice: ¿por qué me has cortado? ¡me has separado de las otras rosas, has segado mi vida!. ¿por qué lo has hecho?...
La joven le contesta: te corté porque eres hermosa adornas mi pieza y tu aroma inunda todo el dormitorio, me agrada verte y tenerte cerca de mí; en el jardín también te veo y adornas con tu color y belleza el lugar donde estás, pero al tenerte junto a mi cama, puedo disfrutar aún más de tu perfume y el colorido de tus pétalos tan bellos.
No he acortado tu vida, en el florero que te puse tienes toda el agua para ti y ese líquido vital la ha alargado; no tienes a las otras rosas a tu lado, pero me tienes a mí, que te admiro y doy gracias por el agrado que das a mis ojos, a mis sentidos y a mi mente al valorar algo tan hermoso que ha hecho la naturaleza. La joven despierta mira la rosa y siente su aroma que como un suspiro le dice “gracias”….
Elfridia.
15-Febrero-1991
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