Cuanta alegría de la madre al saber que espera un hijo y del primer momento que siente en su interior el deseo de cuidarlo y darle todo lo que necesita para su formación, ese vínculo que se crea entre madre e hijo dura toda la vida, mientras es niño ella le da todo lo que está a su alcance, tanto en el cariño como en su educación y desea para él siempre lo mejor.
Ya grande elegirá su propio camino, pero lo aprendido y recibido de la mamá no se borrará jamás, porque lo llevará en su corazón, es una parte de ella y aunque sus caminos se separen se sentirán unidos por el amor que toda madre siente por su hijo.
Cuando niño ella es capaz de dar su vida para protegerlo y de adulto tratará de estar atenta a todo lo que ella pueda hacer por él aún a costa de sacrificios.
La labor de una madre no termina, solo va cambiando con el tiempo. Cuando esta dentro de ella le da amor, cuando es niño cariño, educación y la vigilia de lejos cuando es adulto y tiene su propia vida.
La mujer como madre tiene la capacidad de entregar lo mejor de sí, aunque nadie se lo haya enseñado entrega valores que el niño al crecer le van quedando y en su vida de adulto le ayudaran a ser un hombre de bien.
Mamá, dulce palabra que evoca un regazo y una cabecita recostada en él, manos suaves que acarician y juegan con sus cabellos, besos tiernos que apenas rozan esa carita tan suave como pétalos de rosas; esa imagen que nos hace sentir calor en el corazón y es sin duda la mujer que al ser madre da todo de sí por el hijo que con sus primeros balbuceos la llama mamá.
“Mamá”, dulce palabra que no olvidaremos jamás.
Elfridia.
23-Julio-1993.
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