domingo, febrero 26, 2012

Los Sueños De Rorro

Un niño de siete años, inteligente y amoroso, jugaba en su dormitorio con unas cajas para armar figuras. Se componía de cubos, palitos de colores y otras piezas con las que formaba una gran variedad de cosas. Estaba haciendo una especie de torre con los cubos, y los palitos eran árboles con estrellas en vez de hojas le estaba quedando tan bonito, en ese momento entró la mamá a llamarlo para ir a comer; el niño cuyo nombre era Rodrigo, le dijo: mamá, voy a terminar este árbol La mamá le dice al irse: no te demores Rorro. Rodrigo, completamente concentrado en su juego, se olvidó de la comida.

La mamá lo llama nuevamente muy molesta y Rorro deja su figura sin terminar; va al comedor con la cara larga, el papá le llama la atención: Rorro cuando la mamá te llama a comer, debes venir inmediatamente y no quedarte jugando, Rodrigo le contesta: yo quería terminar lo que estaba haciendo. Rorro, le dice la mamá debes comer primero y después terminar tus juegos.


El niño apenas tocó la comida. Los papás le pidieron que comiera, pero él no quiso. El papá enojado le dice: si no quieres comer, no comerás postre. Rodrigo se apenó porque había helados de chocolate y a él le gustaban mucho. Esa noche no podía dormir; cuando al fin lo venció el sueño, se encontró en un lugar fantástico había una montaña de chocolates con árboles de hojas en todos los tonos de verdes en mazapán y sus troncos y ramitas también eran de chocolates, un río bajaba de la montaña y era de helados: de piña, plátano, naranjas, frutillas, melocotón y otra infinidad de frutas. Se veía tan rico, ¡que deseo de probarlo! Cuando se iba acercando apareció una hermosa niña, era “lindísima” con su cabello rubio que le caía como cascada sobre sus hombros, sus ojos verdes llenos de lucecitas, su tez tan blanca que se veía transparente y un vestido tan lindo que él no sabía de que color era, porque cambiaba como las luces del arbolito de pascua; eran de un rosa pálido hasta llegar a un rosa oscuro o de un celeste a un azul, estaba maravillado; la niña le habló: Rorro... ven a jugar conmigo. El niño la siguió hasta un claro del bosque, ella tomó unas piedrecitas de colores que parecían caramelos, unos palitos de chocolates que eran las ramitas de los árboles y empezó a formar una palabra. Rodrigo le pasaba los caramelos y los palitos de chocolates. Estaban tan entretenidos cuando sintió la voz de la mamá que lo llamaba. Rorro... Rorro..., el niño dice: tengo que irme, mi mamá me llama. La hermosa niña le responde: Sí, debes irte, pero vuelve a jugar conmigo. Rodrigo se despierta, está solo en su habitación, recuerda el sueño, se levanta y forma la palabra que le enseñó la niña, se acuesta de nuevo y se queda dormido.

Al otro día en la mañana, la mamá va a darle los buenos días, Rodrigo lo primero que hace es contarle el sueño que tuvo. Mamá era todo tan bonito y la niña era  tan linda. Yo escribí lo que ella me enseñó y la lleva de la mano a ver la palabra que había formado en la noche. La lee en voz alta... “obediencia”... Rorro la mira, ella le dice, estabas preocupado porque anoche no fuiste al comedor cuando te llamé, ¡tu sueño fue muy bonito! Rodrigo se quedó callado un momento como pensando en su sueño y dice: la niña me dijo que volviera a jugar con ella y yo quiero verla de nuevo. Es difícil volver a tener el mismo sueño, le responde la mamá, los sueños no se repiten, puedes soñar otras cosas tan bonitas. Pasaron varias noches y Rodrigo no volvió a soñar, pensaba mucho en la niña y deseaba volver a verla, “era tan linda”. Hasta que una noche volvió a soñar con ella, la vio acercarse y lo invitó al claro del bosque y con los caramelos de colores y los palitos empezó a formar una palabra. Rodrigo le pasaba los caramelos y los palitos de chocolates. Cuando terminó la palabra, la niña le dice: tengo que irme Rorro, pero siempre que me necesites estaré contigo y desapareció. Al otro día Rodrigo se levantó y formó la palabra. Cuando vino la mamá, le contó el sueño y le mostró lo que había escrito, decía: “conciencia”. La mamá lo mira y le dice: la hermosa niña del sueño es tu conciencia. ¡Que lindos sueños Rodrigo! Rorro piensa,... si ella es mi conciencia estará siempre conmigo; ella así lo dijo, siempre que me necesites estaré contigo. Se sintió contento, como si una tranquilidad lo invadiera; si él se sentía afligido recurriría a su conciencia para que lo ayudara, ella le prometió que estaría siempre con él.

                                                                                                                       Elfridia
                                                                                                                   23-Octubre-1990

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