En la parte que daba a la calle, estaban los dormitorios y el baño separado por la puerta de entrada y un pasillo de la sala que solo se abría cuando venían visitas. Después un corredor de baldosas que daba a un hermoso jardín con hortensias, rosales y enredaderas que subían por la galería que comunicaba con el comedor, y luego el segundo patio donde había grandes árboles frutales y plantas, pero a Aurelia no le estaba permitido ir, pero ella tampoco deseaba hacerlo porque esas habitaciones eran grandes y oscuras. Jugaba con su muñeca de trapo todos los días, pero no podía salir con ella porque era muy grande. Un verano fueron a ver a la abuela que vivía lejos y ella no la había visto nunca. La abuela la encontró muy linda y la llevó a su dormitorio, abrió un baúl que tenía a los pies de la cama con mucho cuidado para que Aurelia no viera lo que tenía adentro; Sacó una pequeña muñeca de porcelana y se la regaló, la niña se puso muy contenta. La muñeca era muy linda con ojos movibles de un color miel y su cabello castaño con reflejos dorados, parecía un cabello de verdad, sus pequeñas piernas y brazos eran articulados; La muñequita no tenía vestido. Aurelia se la mostró a su mamá y le pidió que le hiciera un vestido, la mamá le prometió que cuando llegaran a la casa se lo haría. Volvieron a su casa y una amiga de la mamá le hizo un lindo vestido floreado y un hermoso chaquetón rojo con capuchón; Aurelia lo encontró tan lindo y recordó el cuento de Caperucita roja, su muñequita la llamó Caperucita. Jugaba feliz con sus dos muñecas, las sentaba juntas en un silloncito de mimbre y les hacía comida con hermosos botones de todos colores que sacaba de una caja del costurero de la mamá; Hacía figuras con los botones en pequeños platos de juguetes y quedaban tan lindos, parecían estrellas azules o flores rosadas con hojitas verdes y se los daba como comida a sus muñecas. El papá la llevó un día a una confitería y mientras él conversaba con el dueño de la confitería, Aurelia vio en una vitrina una hermosa muñeca; Sus ojos movibles de largas pestañas, su cabello largo ondulado y rubio como el sol, su vestido blanco de organdí, una capelina del mismo género del vestido y un hermoso lazo amarillo en su cintura, sus zapatitos y calcetines blancos ¡era preciosa! Se enamoró de la muñeca y no se movía del lado de la vitrina, el papá la tomó de la mano y le prometió que otro día se la compraría. Aurelia no hacía otra cosa que pensar en la muñeca, se veía con ella en sus brazos, con esa linda capelina blanca y su cabello brillándole debajo; el vestido vaporoso y sus ojos azules que se abrían y cerraban bajo esas pestañas tan suaves. Todos los días cuando llegaba el papá corría a ver si traía la muñeca y sentía una gran desilusión cuando la saludaba y no traía la muñeca. Hasta que un día llegó el papá con una gran caja en un hermoso papel de regalo y se lo entregó. Aurelia la abrió con mucho cuidado y encontró una linda caja con flores rosadas y adentro venía la muñeca, se sintió muy feliz, la sacó, la miró y vio una tarjetita amarrada en su mano, se la pasó a la mamá, que la leyó y le dijo: Lita es el nombre de la muñeca. A Aurelia le pareció maravilloso que trajera esa tarjetita con el nombre y le gustó mucho, lo repetía “Lita, Lita”. Tanto quería a Lita que se olvidó de la muñeca de trapo y Caperucita, que permanecían sentadas en el silloncito, sin que Aurelia les diera una sola mirada. Se veían tristes y encogidas, pero Aurelia estaba encantada con Lita, no la dejaba ni un momento. Una mañana, la mamá al levantarla le dijo: ¿Aurelia por qué no juegas con la muñeca de trapo y Caperucita? Puedes jugar con las tres muñecas y no solo jugar con Lita. Aurelia ya no quería tanto a la muñeca de trapo y a Caperucita, pero esa mañana dejó a Lita con la muñeca de trapo en su cama; Sacó su silloncito de mimbre al corredor y se llevó con ella a Caperucita, se sentó con Caperucita en brazos a mirar los pájaros, las flores y las mariposas que volaban en el jardín estaba soñando en su mundo de fantasía, cuando sintió un ruido se paró y la muñequita cayó rompiéndose en mil pedazos solo quedaron sus ojos movibles. El susto y la pena fueron tan grande que Aurelia se puso a llorar desconsoladamente. Llegó la mamá la abrazo y sus ojos se llenaron de lágrimas, la muñequita había sido de ella cuando niña, Aurelia la miró y pensó…. La mamá tiene pena porque es la muñeca que me regaló la abuela y se abrazo aún más fuerte a su mamá y con voz entrecortada le dijo: Yo quería mucho a Caperucita porque me la había regalado la abuela. La mamá la consoló y le dijo que cuando fueran a ver a la abuela ésta le regalaría otra muñeca, pero Aurelia pensó: Solo he visto una vez a la abuela, debe faltar mucho tiempo para volverla a ver. Ese día fue muy triste para Aurelia fue a su dormitorio y miró a la muñeca de trapo junto a Lita y la encontró tan fea estaba sucia donde la arrastraba y su carita ya no era tan linda. Fue donde la mamá y le preguntó que podían hacer para que la muñeca de trapo no estuviera tan fea. La mamá prometió lavarla cuando tuviera tiempo. A los pocos días desapareció la muñeca de trapo. Aurelia preguntó por ella aunque sólo jugaba con Lita. La mamá no se atrevía a decirle lo que había pasado, pero tanta fue la insistencia de Aurelia que al final le dijo lo sucedido. La muñeca se había deshecho al lavarla y no había quedado nada. Aurelia abrió mucho sus ojos azules no lloró, pero estaba muy impresionada, corrió donde Lita, la abrazó fuertemente y le dijo: no quiero que te pase lo de Caperucita y la muñeca de trapo, te cuidare mucho, mucho, porque no quiero perderte.
Elfridia
20-Abril –1990
No hay comentarios:
Publicar un comentario