domingo, enero 10, 2021

La Pelota celeste con lunares naranjas


 



 

 Dos hermanitos que vivían en el campo salían a jugar cerca de la casa y se entretenían toda la tarde; la mamá siempre les pedía que no se alejaran, porque eran pequeños todavía.  El mayor tenía ocho años y el menor cinco; eran muy buenos hermanos, no peleaban y el más grande cuidaba al más pequeño.

Un día encontraron entre la maleza una pelota muy linda; era celeste con lunares naranjas, la tomaron y empezaron a jugar con ella.  Al llegar a la casa la mamá les preguntó de quien era la pelota, ellos le respondieron que la habían encontrado entre la maleza en el campo.

Al otro día salieron a jugar con la pelota, estaban felices jugando cuando de repente vuelan unos pájaros; el niño mayor dice: me gustaría volar como los pájaros y en ese momento sale una luz naranja de la pelota, lo envuelve y le crecen unas hermosas alas.  El hermanito menor se queda admirado viendo a su hermano con alas y tratando de volar.  Después de algunos intentos se eleva no muy alto y vuela  está maravillado!... es muy entretenido y vuela una y otra vez mientras su hermano lo mira.

Después de un rato el más pequeño le dice: y cómo lo vas a hacer esta noche? Vas a tener que dormir parado o romperás tus alas.  El niño mira las alas y piensa que es entretenido volar, pero él no las  quiere para siempre y dice:  deseo ser como antes y no tener alas,  la pelota se ilumina y sale la luz naranja de los lunares, envuelve al niño y las alas desaparecen.

Al llegar a la casa, el hermano mayor le dice al más pequeño que no cuente nada y éste promete no hacerlo.  A los pocos días cuando estaban jugando, ven salir saltando un hermoso conejo blanco y el niño mayor dice: me gustaría saltar tan rápido como ese conejo; En ese momento sale la luz naranja de la pelota celeste y envuelve al niño.  Sus brazos y piernas se convierten en patas de conejos, el niño empieza a saltar tan rápido como el conejo.  Su hermano lo mira asustado, él piensa que no le gustaría tener esas patas, ¡que iría a pasar con su hermano! Después de correr y saltar un rato, estaba muy cansado y dice: quiero ser como antes y no tener más estas patas de conejo   En ese momento sale la luz naranja de la pelota y envolviendo al niño hace desaparecer las patas de conejo.  El más pequeño saltaba de alegría; su hermano había vuelto a ser como era.  Así fueron pasando los días y siempre que salían a jugar no se alejaban mucho de su casa.  Un día caminaron sin darse cuenta hasta una laguna y vieron unos hermosos cisnes negros de cuello blanco nadando en esas aguas cristalinas rodeadas de matorrales.

El hermano mayor dice: me gustaría nadar como un cisne;  No acaba de terminar la última palabra y sale la luz naranja de la pelota celeste y lo envuelve convirtiéndolo en un cisne negro de cuello blanco.

El niño más pequeño se asustó; esta vez no habían sido solo alas o patas, se había transformado entero.  Era un cisne y con todos los otros cisnes él no sabía cual era su hermano.  Empezó a pasar el tiempo y el chico se puso intranquilo, se paseaba y miraba los cisnes tratando de descubrir cual era su hermano.  En un momento que se acercó a los matorrales se le cae la pelota y rueda entre ellos, no puede alcanzarla y no  sabe  donde cayó; la empieza a buscar, no  la  encuentra  y se  pone a llorar.  En ese momento ve un cisne negro que se acerca a la orilla él le grita que se le ha perdido la pelota. El niño que estaba convertido en cisne pensó: tengo que pedirle a la pelota que me vuelva a mi forma natural, puede que no esté muy lejos y me lo conceda, pero no fue así.  El niño siguió convertido en cisne.  Cuando el miedo se estaba apoderando  de él su hermanito pensó: yo puedo pedir un deseo y si la pelota está cerca me lo concederá y así lo hizo.   Quiero que la pelota venga a mis manos  y vio la luz naranja y luego sintió la pelota en sus manos. El cisne al ver  esto pidió inmediatamente:   ¡... quiero ser como era y no ser más un cisne...!  La luz naranja lo envolvió y el cisne desapareció quedando el niño, que se abrazó con su hermano menor lleno de alegría y éste al abrazarlo soltó la pelota que corrió nuevamente entre los matorrales. Los dos hermanos se miraron y sin decir una sola palabra se fueron a su casa. Era muy tarde para buscarla y los dos estaban muy contentos de ser como eran

                                                     

                                    Elfridia

                         14-Marzo-1991       

               

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                              

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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