Un grupo de niños jugaba a orillas de un lago, eran nueve en total, cinco hermanos hombres, tres primos y un amigo de uno de ellos. Estaban veraneando con los papás de los cinco hermanitos, el mayor de ellos como de doce años se sentía responsable de los más chicos y así también de sus hermanos y primos que eran menores que él. Jugaban a orillas del lago en la cordillera en el mes de Enero y el juego era escapar de los guerreros rojos y verdes que los atacaban con sus lanzas y chupaban su sangre, a algunos los mataban, pero cuando no podían vencerles porque eran como una nube que se les venía encima, se tiraban al agua y huían de ellos. Los guerreros rojos eran los coliguachos y los guerreros verdes eran los tábanos que picaban más con sus agudas lancetas. Al tirarse uno de los chicos al agua resbaló y cayó mal, inmediatamente Pedro que era el mayor se lanzó al lago y sacó al pequeño sin que le hubiera pasado nada. El juego continuaba y cada uno trataba de matar más insectos o meterse dentro del agua, pero ninguno de ellos se preocupaba por el otro, solo Pedro estaba atento que no les pasara nada malo.
Ellos se sentían
seguros con la protección de Pedro y creían que era lo más natural que así lo
hiciera; y no pasaba por sus mentes que Pedro también jugara sin preocuparse de
nadie, y así si
Pedro veía uno afligido con los guerreros verdes se acercaba
y lo ayudaba o si alguno de ellos se metían en el lago alejándose de la orilla
lo llamaba y lo hacía volver a un lugar
más seguro. La mamá miraba de lejos en la terraza de la casa el juego de los
niños y pensaba que su hijo mayor tenía
un gran sentido de la responsabilidad ayudando a sus hermanos,
familiares y amigos, dándole su protección y apoyo cuando los necesitaban y
éstos ni siquiera le agradecían con una sonrisa creyendo poco menos que era su
obligación hacerlo. La mamá los llamó a tomar la leche y además les tenía un
rico pan con jamón y queso, los niños subieron felices, se tomaron la leche y
disfrutaron el pan, en ese momento la mamá sacó un gran paquete de dulces y dice esto es para Pedro que los
ha cuidado toda la tarde y se ha preocupado que a ninguno de ustedes le
sucediera nada malo. Pedro con una gran sonrisa recibe el paquete de dulces y dando un beso a su mamá
en agradecimiento abre el paquete y le convida dulces a sus hermanos, primos y
al amiguito de ellos La mamá dice: Pedro sin esperarlo ha tenido una dulce
recompensa.
Talca*19*Enero*1993
Publicado por el
diario El Centro de Talca.*02*Noviembre* 1994
Eifridia

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