Julia era una niña muy inteligente, buena alumna,
cariñosa y sus padres la querían mucho y se preocupaban de ella.
Julia hizo sus
preparativos y partió el fin de semana para su nuevo hogar; se llevó su
cofrecito con ella, pero antes le preguntó a su mamá; ésta le dijo que no veía
ningún inconveniente y además podía necesitar sus joyas para alguna fiesta, el
collar se le veía tan lindo, tomaba un brillo muy hermoso con el color de su
piel. El matrimonio la recibió con mucho cariño, la señora Dora y don José eran
muy agradables. Ella la llevó al dormitorio y la dejó para que arreglara sus
cosas, Julia guardó toda su ropa en el ropero y puso encima de la cómoda el
cofrecito con sus joyas. Cuando vino a buscarla doña Dora vio el lindo cofrecito y le preguntó: Qué tienes ahí Julia?
Ella le mostró sus joyas, la señora Dora las miró y le dijo déjalo con llave y
guárdala, María la niña que viene a hacer el aseo es muy buena nunca se ha
perdido nada, pero es mejor no tentarla. Julia así lo hizo dio la vuelta a la
llave y la sacó, la guardó en su cartera y se fueron al comedor donde las
esperaba don José. Pasaron los días y Julia estaba feliz, era totalmente
independiente, salía en las mañanas y volvía en la tarde porque a medio día se
quedaba en la universidad. Doña Dora y don José eran cariñosos con ella y María
casi no la veía porque llegaba después que se iba ella y terminaba su trabajo
como a las cinco de la tarde, otras veces se iba más temprano cuando la señora
Dora y don José salían, ellos dejaban el departamento cerrado le habían dado
una llave a Julia. Un día al volver de la universidad encontró una nota en la
cocina donde le decían que si quería comer algo había de todo en el
refrigerador, ellos habían ido a visitar a unos amigos y volverían temprano.
Julia se preparó algo de comer y se fue a su dormitorio. De repente se dio
cuenta que su cofrecito no estaba, lo buscó por todas partes, pero no lo
encontró; pensó que la señora Dora lo había guardado, pero no podía encontrar
una explicación. Al llegar don José y su señora, los estaba esperando los
saludó y les preguntó como lo habían pasado y enseguida les contó que su
cofrecito no estaba encima de la cómoda. La señora Dora y don José se quedaron
asombrados, ellos no habían guardado el cofrecito de Julia y habían salido
después que se fue María. Julia sintió mucha pena, su cofrecito había
desaparecido y sus joyitas con él. Don José le dijo que al otro día hablaría con María porque era la única
persona que pudo tomarlo, doña Dora la tranquilizo, pronto estaría todo
solucionado.
Al otro día
María no vino, la esperaron y no llegó. Don José fue a la casa de María y la
mamá de ésta se extrañó mucho; su hija salió temprano para el trabajo, don José
se dio cuenta que el asunto era grave; María había robado el cofrecito, ahora
tendría que dar cuenta a la policía porque él
no podía hacer nada, pero antes le contó a la mamá de María lo que había
pasado, ella no podía creer, su hija no era una ladrona; ellas eran pobres,
pero siempre le dio todo lo que necesitaba, no creía que su María hubiese tomado el cofrecito. Don José le dijo
que si no lo devolvía daría cuenta a la policía, porque no había nadie más en
la casa, solo iba María a hacer la limpieza de la casa y ayudaba a su señora;
si ella devolvía el cofrecito él no daría cuenta a la policía y a ella no le
pasaría nada. La señora Isabel le dijo hasta el final que su hija no era una
ladrona y que era imposible que lo hubiese tomado, que el cofrecito debía estar
ahí. Don José se fue muy preocupado, esperaron todo el día y María no apareció,
él dio cuenta a la policía. Los detectives llegaron a la casa de María y ésta
no había llegado, la señora Isabel les
dijo que su hija había salido en la mañana a su trabajo y todavía no regresaba,
los detectives decidieron esperarla afuera. La señora Isabel estaba
desconsolada, había revisado el dormitorio de María y no encontró nada Qué había pasado? No podía creerlo, pero su
hija no había ido a trabajar ese día algo malo había sucedido. Cuando María
llegó a las siete de la tarde los detectives la detuvieron antes de entrar a la
casa; ella negó haber tomado el cofrecito. La mamá salió a ver que pasaba y
pidió hablar con su hija, María le dijo: Qué has hecho? Yo siempre te enseñé
que no se debe tomar las cosas ajenas, es una falta grave; María le contestó a
ella no le hace falta, el cofrecito es tan lindo. No debes tomar lo que es de
otra persona te llevaran a la cárcel
hija mía y yo no tengo dinero para pagar un abogado, no te preocupes
mamá adentro del cofrecito venían unas joyas, yo vendí una pulsera y te daré el
dinero; María le dice la mamá, devuelve el cofrecito, don José me dijo que si
lo devolvías quitaría la denuncia y no te pasaría nada, pero mamá yo no quiero
devolverlo, ella tiene tantas cosas y yo no tengo nada; hija mía le dice doña
Isabel, a ti no te gustaría que te robaran algo de tu dormitorio, porque esa
persona tiene menos que tú, la joven quiere sus cosas que seguramente se las
regalaron sus padres, son recuerdos de un gran valor sentimental. Los detectives entraron a la habitación a
llevarse a María, ésta se asustó y les dijo yo no he tomado nada. Se te acusa
de haber tomado un cofrecito de la casa de don José Arredondo, si lo devuelves
no te llevaremos detenida, porque él ofreció retirar la denuncia. La señora Isabel les ruega por favor déjenme a
solas con mi hija, yo deseo hablar un momento más con ella. Señora le dice el
detective ya le dimos la oportunidad este es un robo y tenemos que llevarla detenida. Yo no he
hecho nada dice María, los detectives se acercan uno la toma de un brazo y le
habla, sabemos que tomaste el cofrecito y si no lo devuelves te llevaremos a la
comisaría. La mamá rogó nuevamente, déjenme un momento con ella. Los detectives
salen de la habitación y María le entrega el dinero a su mamá diciéndole: es
para el abogado. La mamá le contesta entrega el cofre María y nos evitaremos
problemas, somos pobres, pero no ladronas, esa es una vergüenza y nunca más
podrás trabajar en ninguna parte. María está asustada, pero no quiere
entregarlo, la señora Isabel insiste; María si yo lo entrego no nos pasará
nada, pero si te niegas no puedo hacer nada por ti, quedaras fichada con malos
antecedentes. María se da cuenta que su mamá tiene la razón, no puede quedarse
con el cofrecito, y las joyas nunca habría podido usarlas. Y además no quería que la llamaran ladrona,
movió una tabla suelta y sacó el cofrecito con las joyas. Llamaron a los
detectives y la señora Isabel se lo entregó junto con el dinero de la pulsera. Los
detectives pidieron el nombre de la casa donde la había vendido. Después de
esto se fueron, pero antes le dijeron que no debía volver a cometer una acción
tan fea y gracias a su mamá y don José la dejaban libre. María se puso a
llorar, a ella le gustaba tanto el cofrecito, todos los días lo había mirado
cuando hacía el aseo hasta que decidió llevárselo. Doña Isabel la consuela, María
hay cosas más lindas que un cofrecito, como una buena acción, el ser honrada y
trabajar para tener un futuro mejor, pero nunca debes tomar lo que pertenece a
otra persona porque a ella también le ha costado esfuerzo conseguirlo. Maria
sabía que su mamá tenía razón nunca más volvería a hacerlo había pasado mucho
susto, pero no lo demostró. Cuando los
detectives devolvieron el cofrecito con todas sus joyas a Julia, ésta se puso
muy contenta, pero a la vez sintió pena por María, deseó que nunca más le
sucediera una cosa así; ella estudiaría para ayudar a las personas como María
para que no tomaran lo ajeno, y honradamente con su trabajo tuvieran un futuro
mejor. María tuvo otro empleo y no tomó nada que no fuera suyo había aprendido
la lección.
Lago-Colbún-10-Octubre-1992
Elfridia

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