Era un árbol que se sentía
muy solo, no sabía como se encontraba
en ese bosque junto a un
lago en medio
de todos esos otros árboles de
hermoso follajes.
El
sol con su luz y calor
lo acariciaba en la mañana
dándole los buenos días,
pero ya más
tarde sentía tanto calor
que la sed
lo consumía, no
le bastaba el sereno de
la noche ni el
rocío de
la mañana, deseaba
beber esa agua cristalina que
estaba en el
lago.
El viento
movía sus hojas a veces con suavidad
como jugando y
contándole historias fantásticas de
todos los lugares hermosos y lejanos que había visitado; Cómo
se había llevado
las hojas de los árboles en
Otoño para que volvieran
a brotar mas lindas
en primavera y así
esas ramas desnudas pasarían
todo el invierno sin abrigo y
solo algunos pájaros vendrían a
verlos los más valientes
para el frío,
porque los otros buscarían
lugares más cálidos donde
pasar el invierno.
El pequeño
árbol iba aprendiendo
poco a poco. Ese viento que
jugaba con él un día lo sacudió con fuerza remeciéndolo entero y botándole las hojas, pero él pequeño árbol no quería perder todas
sus hojas y haciendo un esfuerzo no dejó
que el viento se las llevara y así las
fue renovando para cubrirse del frío y de la lluvia.
En las noches el
pequeño árbol miraba las luces que
brillaban en el cielo junto a la luna y
le llamaban tanto la atención que deseaba llegar junto a ellas para verlas de cerca.
Un día un
pájaro se posó en
una de sus ramas y el
pequeño árbol le preguntó dime pájaro que son esas luces que brillan en la noche en el cielo.?
El pájaro le contestó son las estrellas
dicen que son hadas que con su luz guían
a los hombres en su camino por la
tierra y cuando pierden su luz quedan en la oscuridad, pero para
todos siempre hay
una segunda oportunidad si eres bueno
y sabes dar lo mejor de
ti a los demás.
El pequeño
árbol deseó crecer y
alcanzar a las estrellas para que
lo guiaran con su luz y así
empezó a crecer hasta que
sobre pasó a los
otros árboles dándose cuenta que ahora
podía ver el lago por encima de ellos.
El viento así
como jugaba con él también
lo hacía con el lago levantando sus aguas en pequeñas olas
como jugando e
invitándolas a bailar, pero a
medida que la fuerza del
viento las empujaba con
más rapidez las olas
eran más grandes más
altas llegando a
la orilla como
si fueran a
arrasar todo. Al pasar
la tormenta el lago se calmaba y se convertía en un espejo donde él se miraba orgulloso,
sus hojas verdes y brillantes.
Era maravilloso
contemplar éste lago
cambiante que él admiraba una y
otra vez, porque
cada día cada
hora era diferente en
su forma y
color, azul, verde, gris, café, y así
según la claridad
del cielo, las nubes,
la vegetación o la
tierra le daban un
color distinto al anterior, pero a
pesar de ver
estas cosas tan
hermosas él seguía
deseando crecer y crecer para
llegar a las estrellas y
ver si en
realidad eran las
hadas que le
había contado el pájaro.
Los otros
árboles le preguntaron por qué quieres
seguir creciendo sí ya estas
tan alto?. El respondió
quiero llegar a
las estrellas, ellos
se rieron, eso no es posible
le dijeron al
árbol porque ya no
era un pequeño
árbol era todo
un árbol muy pero
muy alto.
Se sintió desilusionado sería verdad
que él nunca llegaría
a las estrellas,
pero como todas las
cosas que se
desean y se hace
todo lo posible
por alcanzarlas, esa
noche las hadas vinieron a
visitarlo y como él no
podía llegar donde
ellas habían venido
a verlo y le
dijeron que siempre que en
la vida hay
un deseo, una ilusión
y se cree en ello ese sueño se
realiza. El árbol
se sintió feliz
él no había
alcanzado a las
estrellas pero las
hadas habían venido
a verlo su
deseo se había
cumplido.
22-Agosto-2000 Elfridia

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