martes, noviembre 02, 2010

El Payaso De Cristal y La Bailarina De Porcelana






En una sala muy linda encima de una cómoda antigua cubierta de mármol de Carrara estaba un payaso de cristal; Sus pantalones transparentes con manchas rojas y blancas, tres grandes botones azules en la chaqueta y una corbata humita verde oscuro que casi tapaba su cara, su sombrero de copa celeste, guantes blancos, y unos inmensos zapatos negros completaban su tenida. Su cara era alegre, el cabello como estopa amarilla, pero lo que más llamaba la atención era la sonrisa de oreja a oreja que daba vida a su cara. 
La nariz roja y sus ojos de un negro profundo que dominaban toda la sala, a un lado en un librero había una hermosa bailarina de porcelana como un cisne blanco con sus zapatillas en puntas y una toca de plumas blancas que sujetaban su cabello, se veía etérea y con un dejo de tristeza en su cara. La claridad que entraba por la ventana se fue apagando, llegaron las sombras y una hermosa luna alumbró la sala las estrellas se acercaron y titilaban como si quisieran entrar por la ventana; El payaso miró a la bailarina y le preguntó, porqué estaba triste, ella le respondió, porqué estaba inmóvil y no podía dar ni un solo paso.

El payaso se acercó la tomó de la mano y en ese momento una música suave inundó la sala. El payaso la llevaba dulcemente y ella se deslizaba y daba vueltas en el aire su mano en su mano sus ojos en sus ojos no necesitaban hablarse era un momento mágico una atracción tan intensa los envolvía que no se dieron cuenta como las horas pasaban, bailaron toda la noche y al llegar la claridad de la mañana el payaso dejó a la bailarina en el librero y el se quedó en la cómoda antigua de la sala. 

Todo era silencio, de pronto la casa se llenó de ruidos y llegó una mucama a hacer el aseo, ordenó, sacudió y tomó al payaso lo miró y pensó nunca había visto antes esta lágrima de cristal en la cara del payaso esto era muy raro lo dejó cuidadosamente encima de la cómoda, siguió ordenando y llegó donde la bailarina la tomó y su asombro fue inmenso al ver una linda sonrisa en su cara ella siempre le había visto una triste mirada. La mucama nunca supo que la lágrima del payaso era de alegría por haber logrado que sonriera la hermosa bailarina de porcelana.

Elfridia.
20-Abril-1990

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