Todos los días pasaba frente al castillo un hombre con un carromato que
vendía una infinidad de cosas como chales, collares, adornos que muchos de los
habitantes del castillo apreciaban; Un
día salió a verlo la princesa y el vendedor ambulante se enamoró de ella.
La encontró tan linda su cabello cobrizo brillaba con el sol y su
sonrisa era una alegría verla, su figura esbelta y elegante, él no hacía más
que mirarla y olvidarse de todo. A la princesa le gustaron unos chales y él se
los regaló, pero la princesa le dijo que no podía aceptarlos como regalo y le
pidió al vendedor que recibiera sus monedas o no podría quedarse con ellos, el
vendedor recibió las monedas y todos se dieron cuenta que él había quedado encantado con la princesa.
Era un joven apuesto de cabellos castaños, finas facciones y de una
figura fuerte y varonil.
Los comentarios de todos en el castillo le llegaron al rey, que ordenó
que no lo dejaran acercarse al castillo al hombre del carromato. La princesa
que había oído que el vendedor ambulante pasaba todos los días se extrañó que
no volviera al castillo y preguntó que había pasado y su doncella le contó que
el rey había prohibido que viniera a vender al castillo. La princesa preguntó ¿Por qué? y la doncella
le dijo que todos en el castillo habían comentado que el vendedor ambulante se
había enamorado de ella. La princesa no podía creerlo si solo lo había visto
una vez; sintió curiosidad por volverlo a ver y le pidió a su doncella y un
paje que lo buscaran y así lo hicieron. Y la princesa en una cita a escondida
pudo verlo otra vez, pero al encontrarse con él los sorprendieron los guardias
y se lo llevaron a la torre. La princesa habló con el rey, pero este no lo
perdonó; el vendedor ambulante había desobedecido una orden y merecía la
muerte. La princesa suplicó por su vida, pero el rey no cedió. Entonces ella
hizo un plan para liberarlo y habló con los guardias y su doncella para sacarlo
de la torre. Esa noche se llevó a cabo el plan y pasando varios momentos
difíciles lograron sacarlo de la torre y dejarlo libre. El joven le prometió a
la princesa volver a pedir su mano y traerle las monedas que le había dado. La
princesa lo miró extrañada, pero admiró su valor y osadía. Al poco tiempo llegó
a la corte un rey con su hijo a pedir la mano de la princesa. El rey se la
concedió y en el momento que la princesa es presentada a su prometido sintió
como si lo conociera o lo hubiera visto en otra ocasión. El príncipe se
arrodilla y le dice: Aquí están las monedas que me dio y yo prometí traerlas
cuando viniera a pedir su mano. La princesa lo mira y lo reconoce es el
vendedor ambulante. El rey pide una explicación y el príncipe le dice yo vine
como vendedor ambulante a conocer a la princesa, fui encerrado en la torre y la
princesa me liberó; Desde el momento que la vi me enamore de ella y le prometí
que la haría mi esposa. El padre del príncipe le dice: pero como has hecho esto
si ya estabas comprometido con ella, el príncipe le dice, pero ella no lo sabía
y yo quería conocerla ante de la boda sin que ella supiera que yo era su
prometido. El rey le dice: casi te ha costado la vida tu osadía, pero todo se
ha aclarado y celebraremos la boda ya que estaban comprometidos desde el día que
nacieron. Y así los que cuentan la historia dicen que fue una boda maravillosa
con un final feliz como en los cuentos de” Príncipes y Princesas.”
Elfridia
25*Enero*2014
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