domingo, agosto 31, 2014

Las Travesuras De Mercedes

  



 Mercedes, una niñita inteligente e inquieta se quedaba con su nana cuando sus padres salían; Una tarde que las  dos estaban solas, la nana la llamó Mercedita, Mercedita, pero ella no respondió. La nana la buscó por todas partes, fue al dormitorio de Mercedita al dormitorio  de lo papás, de repente salió de debajo de la cama un lagarto verde que se dirigió a los pies de la nana. Esta gritó muerta de susto; la niña asomó su cabeza, estaba bajo la cama y se puso a reír a carcajadas, pero nana  si es un lagarto a cuerda, es un juguete, la nana estaba aterrada, le dijo a Mercedes, eso no se hace me podía haber muerto del susto, como hace una cosa así yo la voy a acusar a su mamá. Mercedes trató de convencerla que solo era un juguete.
 Otra  noche que los papás
habían ido al cine la nana la acostó y Mercedes le pidió que le leyera un cuento, la nana trajo varios y Mercedes eligió uno “El príncipe y el dragón” la nana empezó a leer, pero leía tan mal que Mercedes no entendía nada,  pero  nana, porque no lees bien.  La nana empezaba a leer de nuevo, pero silabeaba. Ha, bi, a, una, vez, en un, rei no  ¡pero nana no, vas a terminar  nunca y no entiendo nada! pero la nana seguía igual y para colmo de repente se quedaba dormida; Mercedes se levantaba y la remecía ella se despertaba asustada… pero Mercedita que hace no ve que le estoy leyendo…no, le decía Mercedes, no estas leyendo, te quedaste dormida. La nana le dice: es que me levanto tan temprano a hacer el desayuno, porque no se duerme  y mañana le leo el cuento. Leía tan mal que Mercedes terminaba por dormirse.
Llegó el primer día de clases para Mercedes; La levantó la mamá y la llevó al colegio .Era un colegio de  religiosa. A  Mercedes no le gustaron sus vestidos, eran largos y negros, tenían una toca y pechera blanca almidonadas tan tiesas como ellas; Mercedes las miraba atemorizada, era un mundo desconocido y se encontraba sola; Fue una mañana muy larga, no terminaba nunca. La religiosa hablaba y hablaba, Había unas figuritas en la pizarra, pero Mercedes no entendía nada. La religiosa le preguntó algo y ella sólo veía bailar las figuras de la pizarra y dijo: son las gordas y las flacas. La religiosa la miró y la corrigió, son las llenas y las débiles, son las vocales y son cinco y empezó a nombrarlas. A mercedes no le gustaba nada todo esto. Lo único que quería era estar en 
  su casa con su mamá y sus juguetes, pero la religiosa seguía hablando, y las vocales con las consonantes forman las palabras;  Lindas palabras como mamá, papá y sus nombres;  A  Mercedes le pareció terrible, no solo eran las figuras de la pizarra, Había muchas más, por suerte no las iban a pasar todas el mismo día. Los papás le
 preguntaron si le había gustado el colegio; Mercedes no contestó nada, sólo los miró  le preguntaron como lo había pasado tampoco dijo nada la mamá le preguntó como se llamaba la religiosa que le hacía clases. Mercedes trató de recordar el sonido que había oído y dijo Sor Vela…  Los papás se rieron y la mamá le dijo, tu profesora se llama Sor Adela. Mercedes pensó que esto iba a ser muy complicado. Un día que la nana la fue a dejar al
 colegio la llevaba de la mano, ella se soltó y corrió como una cuadra. Se metió en la puerta de una casa y se quedó quieta detrás de la puerta; La nana corría y gritaba ¡Mercedita, no la vaya atropellar un auto…! Hasta que llegó donde ella, la sacó de atrás de la puerta, le tomó la mano; no podía hablar porque con la carrera apenas le salía el aliento, cuando se da cuenta que Mercedes tiene un solo zapato;  ¡Mercedita!  ¿ dónde dejó el zapato? Que voy a hacer ahora, su mamá se va a enojar… como perdió el zapato… va a llegar tarde al colegio…Yo la voy a acusar!.. Mercedes sacó el zapato de su bolsón y se lo pasó a la nana, para que se lo pusiera. Esta se lo puso y no dijo nada  la llevó muy rápido al colegio. Mercedes aprendió a escribir su nombre
 y varias palabras estaba muy contenta, pero duró poco su alegría se le vinieron encima los números. Estos si que eran sus enemigos no podía recordar sus nombres, se los imaginaba como soldados que la rodeaban y la amenazaban y tenía que nombrarlos sin saltarse ninguno  
    era como marchar decía la religiosa, uno dos, tres… los repetía una y otra vez. Después seguía. Cuatro, cinco, seis…esto era muy difícil, ya le había costado bastante aprender las letras y ahora  los números. Pero a medida que pasaban las clases los aprendió todos. Sabía contar y estaba aprendiendo a leer, pero cuando creía que ya se había aprendido todo, venía otra cosa más difícil. La religiosa dijo: ahora vamos a aprender las tablas  éstas si que fueron una batalla campal para Mercedes si una corrida de números le había sido difícil, ahora eran tres divididas por unos signos que los explicaba la profesora una y otra vez. Una compañera le dijo, tienes que sumar; si tienes dos más dos son cuatro, pero Mercedes todavía no estaba muy bien en las sumas y se le hacían pocos los dedos para tantas tablas. La mamá al verla tan afligida con las tablas, le ofreció regalarle un libro de cuento por cada tabla que aprendiera.
 Mercedes se aprendió las tablas y la mamá le regaló doce libros de cuentos: “El Príncipe y el dragón”, “Aurelia y sus muñecas” “La maravillosa casa junto al lago” El conejito rosado”, “El gigante que tenía miedo”, La mariposa encantada, “La niña y el mago”, El príncipe y la princesa”, La bruja Amaretto” ,Musggette”, El secreto de la Esmeralda”, “Lupa la bruja verde”. Mercedes estaba feliz; había ganado la batalla; las religiosa ya no le parecían  tan tiesas y les entendía todo lo que hablaban en clases, así le era mucho más fácil aprender la lección.
Una tarde que no tenía clases se quedó sola con su nana en un momento que ésta se descuido, se subió al parrón junto con el gato de la vecina; la nana la vio y empezó a gritar ¡Mercedita… bájese… que se va a quebrar una pierna y que voy a hacer yo aquí sola; Mercedes la miró y corrió hacia el tejado, quebró varias tejas en su carrera y se bajó por el lado de la vecina  ésta muy asustada la fue a dejar.   Cuando llegó la mamá el asunto se puso feo. La vecina acusete le contó todo a la mamá; la nana no dijo nada. La mamá la castigó. Ese Domingo no iría a la matinée  con lo que le  gustaban   las películas de monos animados, pero no termino ahí; El papá también  le llamó la atención. Lo único que faltaba que la castigara con otro Domingo de matinée  pero ella permaneció muy callada y el papá se olvidó del problema.
El Domingo no fue a la matinée y se quedó con su nana. Esta estaba triste; Mercedes la preguntó ¿porqué estás triste nana? Ella le contestó: su mamá me retó dijo que yo no la cuidaba, que por eso  usted  se había subido al tejado. Mercedes la miró un momento y le dijo: no estés triste nana, te voy a leer un cuento, y fue a buscar sus libros de cuentos, apartó uno y leyó de corrido a su nana… Había una vez en un reino junto al mar.

                     Elfridia                                       
                        20- Abril-1990

                       

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