¡Que día más
hermoso! El sol ilumina el paisaje, es un lugar maravilloso, los árboles, el
lago, la cordillera imponente con la nieve tan blanca que cubre sus picachos
más altos.
El lago está tranquilo, sus aguas trasparentes parecen un espejo,
los árboles autóctonos del paraje; boldos, maquis radales. Acabo de llegar y
camino por unas pisadas hasta la orilla del lago. A mi lado veo el pasto aún
mojado por la lluvia; Es invierno, la tierra negra semi cubierta por los cubre
suelos que avanzan para taparlo todo. Las matas de hortensias ya brotadas y
manchones de flores cerca de los árboles rodeándolos; calas, lirios, paquerette
de color rosado, blanco y amarillos, verónicas y otra infinidad de plantas;
salvias azules y rojas, abelias rosadas y lindas camelias llenas de botones.
Voy tan absorta contemplando el entorno que me sobresalta una
carrera, algo viene directo a mis pies….es un gato amarillo anaranjado y café con manchas blancas en la
frente, justo antes de chocar conmigo; pienso que habríamos rodado los dos
hasta las aguas del lago. Se para a mi lado, maúlla, se arquea y pasando por el
lado de mis piernas, quiere restregarse contra ellas. Desea mimosamente hacerme
cariño y que yo lo acaricie. Vuelve a maullar, se siente solo, quiere
acompañarme, se pone por delante, se cruza entre mis pies. Al dar un paso, creo
que lo voy a pisar y vamos a terminar los dos en el suelo: Le digo….¡No gatito….cuidado! me vas a botar, pero él sigue
pegado a mi y cada paso que doy se atraviesa por delante arqueándose, maúlla y
roza mis tobillos, quiere sentir que lo quieren, que le preste atención ¡Pobre
gatito! Está tan solo.
No deseo su compañía, estaba disfrutando de esa paz del lugar, sólo
con el trino de los pájaros que revoloteando de una rama a otra hacen como si
se pararan en una hoja y apenas la rozan. Mi alma se llena de esa paz y
tranquilidad. Una brisa algo fría mueve mis cabellos y el gato vuelve a
maullar, no acepta que me distraiga y tampoco puedo hacerlo, porque voy a
terminar pisándolo; ¡No gatito….no, déjame tranquila! No te cruces que me vas a botar, no me hace
caso, sólo maúlla desea que le hagan cariño, quiere regalonear. Estoy por
complacerlo; ¡está tan solo! Cuando mi mano está por tocarlo, la detengo, si lo
mimo no me dejará y lo tendré pegado a mi…. Sigo caminando con él a mi lado, me detengo en un tronco. El gato
salta y se sienta invitándome a hacer lo mismo lo miro y me siento a su lado.
Creo que ha entendido mi deseo de mirar el lago.
Se queda quieto. Me podría quedar así horas y horas mirando como va
cambiando el colorido del paisaje. Se levanta un viento, las hojas se mueven y
susurran, el lago cambia de color, parece enojado, se levantan pequeñas olas,
se encrespa, no quisiera moverme. El gato se acerca nuevamente y maúlla ¡No
gatito….déjame
tranquila!...lo miro y le digo: ¡vamos Canela ….ándate a tu casa…. El se queda quieto y sus ojos están clavados en los míos creo
entender…. No tiene
casa….desea ser mi
amigo….quiere mi
compañía. Pienso cuantas veces en la vida hay seres que se sienten solos,
necesitan cariño y compañía y no se atreven a demostrar sus sentimientos.
Siento pena por el pequeño gato, le ha sido tan fácil conocerme y quererme y
para mi muy difícil entregarle mi cariño…. Tal vez es miedo a
quererlo demasiado. Lo miro…. Y él como si presintiera que falta muy poco para conquistarme, se
queda quieto. Me levanto del tronco y camino hacía la casa….él espera…. Yo me vuelvo y le digo: “Vamos Canela….”
Elfridia
Lago-
Colbún-31-Julio-1991-
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